Una Reina sin competencia
La llamada "Revolución Energética", una de las últimas iniciativas impulsadas por Fidel Castro antes de su retiro público, hicieron aparecer algunos peculiares equipos electrodomésticos en los hogares cubanos. Quizás el más popular fue la llamada popularmente olla Reina, fabricada en China y que sirve lo mismo para confeccionar un potaje de frijoles colorados que una carne con papas.
Aquellos equipos que se distribuyeron de forma masiva en toda la Isla, como si se tratara de una operación militar, se vendían a crédito y a un precio que no superaba los 400 pesos en moneda nacional. Un buen día y coincidiendo con el alejamiento del comandante en jefe de sus cargos, aquellas ollas también desaparecieron.
Desde mediados de este año la Reina comenzó a ensamblarse en Cuba en la planta ProHogar situada en la ciudad de Santa Clara, en el entorno de la Industria Productora de Utensilios Domésticos (Inpud), un proyecto fundado en 1964 por el entonces ministro de Industria, Ernesto Guevara.
El grupo integrado por 32 obreros calificados arman unos 700 equipos diarios que salen hacia la red comercial de las tiendas recaudadoras de divisas y se comercializan en precios por encima de los 30 pesos convertibles. Los artículos a la venta ya no vienen bajo los beneficios de pagarse a plazos que caracterizaban su distribución durante la "Revolución Energética".
Lejos también en el tiempo quedan los recuerdos de cuando en Inpud se fabricaban aquellos refrigeradores que se distribuían por méritos en los centros de trabajo. En lugar de eso, ahora la entidad busca imponer sus productos en el mercado mediante la dura ley de la calidad y la competencia con otros similares. Las Reinas ya no son para plebeyos.