Culto a la personalidad en el Parlamento
La Habana/El culto a la personalidad tiene una y mil formas de mostrarse. Desde un rostro que asoma en todos los murales escolares hasta la adulonería con la que los periodistas oficiales se refieren a ciertos funcionarios. Parecía, sin embargo, que los tiempos de mayores excesos de veneración hacia una figura habían quedado atrás, en la medida en que el recuerdo de Fidel Castro languidecía por su obligado retiro. Sin embargo, la tan nefasta práctica sigue aquí, con sus exageraciones y sus ridículos.
Este martes, toda la Asamblea Nacional del Poder Popular se dedicó a la presentación del libro Raúl Castro: un hombre en Revolución, escrito por el ruso Nikolái Leónov. Una sesión especial del Parlamento tuvo como único objetivo asistir al lanzamiento de este volumen, publicado por la editora Capitán San Luis y que incluye más de 80 fotos del biografiado, algunas de ellas inéditas.
Por pudor, o por tener que dirigir el XI Pleno del Comité Central del Partido, Raúl Castro no asistió a la presentación, pero eso no le resta al gesto carácter de devoción. Se le suma la utilización de los parlamentarios en fines que no se incluyen entre sus funciones. ¿Cuánto costó esa jornada en la que los diputados tuvieron que trasladarse hacia el Palacio de las Convenciones? Con tantos problemas que tiene el país, que afectan a millones de personas, ¿cómo pudo despilfarrarse un día en el "órgano oficial del poder del Estado" para cantarle loas a un solo hombre?
En situaciones como las de ayer se comprueba que el nefasto culto a la personalidad sigue intacto entre nosotros, fomentado por quienes idolatran a unos pocos y por aquellos que se hinchan de vanidad con los halagos.