Las entradas para el Festival de Ballet llegan al mercado informal
La Habana/Se acercan los días en que los escenarios cubanos se llenan de zapatillas y tutús. La edición 25 del Festival Internacional de Ballet de La Habana comienza este viernes y tres grandes teatros capitalinos se preparan para el reencuentro con Coppelia, Don Quijote o la atribulada Odette de El lago de los cisnes. El mercado informal también se alista para la cita de la danza y ofrece entradas a la gala inaugural por el equivalente a un salario mensual.
Las presentaciones de ballet en la Isla reúnen a un público variado que va desde obreros a académicos, balletómanos o curiosos que se asoman por primera vez a un fouetté. En taquilla, el precio de una entrada en platea es de 30 pesos moneda nacional y 25 para los balcones, mientras que las zonas situadas más arriba, conocidas como "la tertulia y el paraíso", cuestan 10 CUP. Sin embargo, las largas filas para asistir a las presentaciones en el recién restaurado Gran Teatro de La Habana hacen que muchos recurran a los revendedores de tickets para no perderse las funciones con mayor demanda.
"Se venden entradas a precios asequibles para el Festival de Ballet", reza un anuncio en el popular sitio digital Revolico y también se escucha como un susurro a las afueras del majestuoso coliseo habanero. Las entradas a la venta en el mercado negro provienen en su mayoría de invitaciones entregadas a intelectuales, artistas o personas vinculadas al Ballet Nacional de Cuba (BNC) y se cotizan a un precio entre 20 y 25 pesos convertibles.
Los 'tickets' provienen en su mayoría de invitaciones entregadas a intelectuales o artistas y se cotizan a un precio entre 20 y 25 pesos convertibles
"Las entradas son originales y todas son de platea", aclara un vendedor que dice llamarse Miguel y muestra su mercancía cerca del hotel Inglaterra, a pocos metros del Gran Teatro. El comerciante asegura que tiene "mucha demanda entre turistas, porque el ballet en Cuba sigue siendo muy barato en comparación con lo que están acostumbrados a pagar en su país".
Espoleados por los bajos salarios, muchos bailarines cubanos desvían a las redes alternativas los boletos que reciben gratuitamente de parte de la dirección del teatro. "Todos salimos ganando con esto, el cliente logra ver un espectáculo de primera y esos jóvenes (los bailarines) sacan una tierrita, que tanta falta les hace", dice el vendedor.
Un hombre rubio y con lata de cerveza Cristal en la mano se acerca a Miguel y le pide una entrada para el fin de semana. Puede elegir entre asistir a la puesta en escena de El corsario, con la espléndida bailarina Viengsay Valdés en uno de sus roles principales, o La fille mal gardée, encarnada en el cuerpo y la gracia de Gretel Morejón. El turista intercambia palabras con su esposa en francés y finalmente compran un par de boletos para el sábado por 50 CUP.
En 2013 el escándalo de los bajos salarios del sector saltó a la palestra pública a través de una carta dirigida a Alicia Alonso y firmada por varios miembros del Ballet Nacional de Cuba en la que aseguraban haber bailado durante una gira por España en condiciones que "no se pueden imaginar". "Hemos viajado durante 14 horas en unos autobuses espantosamente incómodos, nos alimentamos Dios sabe de qué mala manera", sostenían.
Los firmantes reclamaban a la directora de la compañía mejores condiciones laborales y salarios más altos, a la par que denunciaban malos manejos del presupuesto institucional.
Poco tiempo después del incidente, la directora de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, Ramona de Sáa, aseguró a la prensa que el Gobierno estaba valorando el aumento de salarios. "Estamos en una etapa de estudios sobre los salarios, no solamente en el ámbito danzario, sino en el país". Sin embargo, tres años después la promesa no acaba de concretarse.
La situación económica ha disparado también el éxodo de bailarines hacia producciones independientes y las salidas del país. Hace dos años, ocho jóvenes del BNC que se presentaron en Puerto Rico se fugaron de la gira. Alonso restó importancia a la escapada y aseguró que se trataba de "bailarines del cuerpo de baile raso, por lo que artísticamente la compañía no se afectó", pero el fenómeno ha seguido creciendo.
"Con el sueldo de un bailarín en Cuba tienes que decidir entre comer o comprar las zapatillas que necesitas", cuenta Miguel, quien a uno de los clientes le confiesa que sus dos hijas bailarán durante el Festival. "No tienen papeles protagónicos, pero todos estamos muy felices porque llegar hasta aquí ha sido un sacrificio grande para la familia", explica.
Los espectadores que se acerquen a partir del 28 de octubre al Festival de Ballet disfrutarán de un espectáculo inolvidable y de alta calidad. En las primeras filas de butacas estarán sentados los más altos funcionarios, varias figuras de la cultura nacional y aquellos que han podido comprar una entrada a través de vendedores informales y bailarines en apuro.