Mucha tropa y poco armamento
La Habana/El desfile miltar de este lunes por el 60 aniversario de la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias concluyó sin la tradicional exhibición de cohetería antiáerea, tanques blindados y artillería pesada. La parada marcial, presidida por Raúl Castro, priorizó la exhibición de tropas por encima de cualquier alarde de técnica militar.
Todavía soñolientos tras las festividades de fin de año, muchos habaneros se despertaron con el ruido de las salvas lanzadas desde la Plaza de la Revolución. Con esa señal, al filo de las siete de la mañana, comenzó el primer desfile militar tras la muerte del expresidente Fidel Castro, en una ciudad paralizada por el cierre de calles y una gigantesca movilización.
El despliegue de fuerza castrense llega en un momento complicado para la economía del país. La recién concluida sesión de la Asamblea Nacional ha confirmado un decrecimiento del PIB del 0,9% y los pronósticos para 2017 tampoco son favorables, un contexto que ha aumentado las críticas de la población por el despilfarro de la parada militar de este lunes.
Desfilaban miles de uniformados en marcha sincronizada, estudiantes de las escuelas primarias que batían sus pañoletas y trabajadores de diferentes sectores bajo el lema "Yo soy Fidel"
"Han tirado la casa por la ventana", se quejaba con las primeras luces del amanecer Raymundo, un jubilado que recopila latas vacías en las cercanías del hotel Nacional para venderlas como materia prima y que considera que "como están los tiempos, mejor ahorrar hasta el último centavo".
A un poco más de dos kilómetros, desfilaban frente a la tribuna de la Plaza miles de uniformados en marcha sincronizada, estudiantes de las escuelas primarias que batían sus pañoletas y trabajadores de diferentes sectores bajo el lema "Yo soy Fidel".
El resultado fue una peculiar combinación de efectivos y civiles, una mezcla de desfile militar y marcha popular que duró menos que los años anteriores, apenas 1 hora y 40 minutos.
Raúl Castro se mantuvo en la tribuna durante todo el ejercicio, rodeado de los altos cargos del Gobierno, pero dejó el discurso principal a cargo de Jennifer Bello Martínez presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). La joven, que ha tenido un rápido ascenso dentro del oficialismo, fue nombrada en diciembre de 2015 miembro del Consejo de Estado.
"Nadie podrá hacernos olvidar nuestra historia, ni los símbolos de resistencia de este pueblo", arengó Bello desde la tribuna. Aludía así a las palabras pronunciadas por Barack Obama durante su discurso en el Gran Teatro de La Habana, en marzo pasado, cuando el mandatario estadounidense aseguró conocer la historia del largo diferendo entre los Gobiernos de Cuba y EE UU pero se negó a quedar "atrapado" por ella.
Quienes esperaban que en este desfile Castro hiciera alarde de su parafernalia militar debieron conformarse con algunos AK-47 modernizados y los fusiles con mirillas telescópicas para los francotiradores de Tropas Especiales. Fuera de eso, el Ejército cubano apenas enseñó su armamento.
Lejos quedan los tiempos en que el país podía permitirse, gracias al suministro gratuito de la Unión Soviética, unas fuerzas armadas de las mejor dotadas entre los países de América Latina. Las grandes campañas militares en África también quedaron en el pasado y la situación económica de la Isla apenas permite sostener el mantenimiento de los obsoletos medios de combate.
No obstante, todavía Cuba sigue gastando grandes recursos en sostener el aparato militar. Al cierre de 2016, la Isla ocupaba el puesto 79 en la lista de potencias militares según el sitio Global Firepower, una privilegiada posición en el contexto latinoamericano, donde sólo la superan países con mucha mayor población y recursos, como Brasil, México o Argentina.
Al cierre de 2016, la Isla ocupaba el puesto 79 en la lista de potencias militares según el sitio Global Firepower, una privilegiada posición en el contexto latinoamericano
En ausencia de un armamento renovado, el oficialismo ha aumentado los grados del discurso ideológico en el último medio año. Una vuelta de tuerca que se ha hecho más pronunciada tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la reciente muerte de Fidel Castro.
Las generaciones más jóvenes son el blanco fundamental de esa ofensiva.
La hija de Damaris, de 38 años, es estudiante de quinto grado en la barriada de Las Timba y resultó elegida para formar parte de los pioneros que rodearon a la réplica del yate Granma. "Tuvo que ir a los tres ensayos a finales de diciembre y hoy es la cuarta vez que está en la Plaza para esta actividad", cuenta la mujer.
La participación de la niña en el desfile ha traído algunos encontronazos en la familia. La madre no quería que fuera, pero no desea que una inasistencia la "señale desde tan temprano". Reconoce, no obstante, que su abuelo está muy orgulloso de que la eligieran para la demostración.
Al terminar de pasar frente a la tribuna, los niños apuraron el paso y siguieron hasta una escuela en la calle Ayestarán. Allí les repartieron una merienda con refresco, pan con perro caliente y algunas golosinas que los reavivó después de una larga madrugada en vela. "Ahora nos vamos a acostar porque estamos muertas", confiesa Damaris.