El delicado rol de la disidencia en las negociaciones EEUU-Cuba
Washington, DC/(EFE).- La primera ronda de audiencias en el Congreso de EE.UU. sobre el acercamiento con Cuba celebrada esta semana ha puesto en evidencia el delicado rol de la disidencia de la isla, una resistencia que Washington no quiere obviar, pero que resulta incómoda a La Habana y en su propio seno está dividida.
Rostros conocidos como la líder de las Damas de Blanco Berta Soler o el disidente Jorge Luis García Pérez, conocido como "Antúnez", comparecieron ante los legisladores para exponer su oposición frontal a unos diálogos que, según denuncian, no los incluyen y que derivarán, a su juicio, en un simple balón de oxígeno para La Habana.
"Los disidentes cubanos juegan un papel importante para ambas partes", explica a Efe Sebastián Arcos, director adjunto del Instituto de Investigación Cubana de la Universidad Internacional de Florida.
"Para Estados Unidos, el mantenimiento de un diálogo abierto con los disidentes refuerza el mensaje de que la nueva política continúa teniendo un énfasis en los derechos humanos e intenta desviar las críticas de los conservadores sobre que ésta abandona el terreno moral", agrega el experto preguntado por el rol de la resistencia.
Pero para el régimen de Raúl Castro, apunta Arcos, este diálogo entre Washington y los opositores "es una irritación constante" que ya se han encargado de denunciar.
Apenas unos días después del regreso de la delegación estadounidense de la isla, la negociadora principal del Gobierno cubano, Josefina Vidal, exigía a Washington que no involucrara a la disidencia en los diálogos.
El propio Castro reivindicaba en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Costa Rica que los contactos con la oposición no eran parte de las negociaciones originales.
"Sin embargo, creo que, más allá de la bravuconería pública, (Castro) quiere que las negociaciones continúen porque necesita que se levante el embargo para llevar a cabo el proceso de transformación que comenzó en 2008", añade Arcos.
En conversación con Efe, Ted Piccone, investigador del Centro de Estudios Brookings sobre asuntos de América Latina, considera la cuestión de los disidentes "particularmente sensible".
"Para muchos estadounidenses, especialmente los exiliados, la pequeña comunidad de disidentes en la isla son los héroes que han tomado grandes riesgos personales y profesionales para exigir el respeto de los derechos humanos", explica.
Pero al mismo tiempo, agrega, "hay que reconocer que hay una gran variedad de voces de la sociedad civil en Cuba -artistas, religiosos, pequeños empresarios, académicos, afrocubanos, líderes de la comunidad LGBT, etcétera- que también deberían ser oídas".
Ejemplo de ello fue la intervención este martes de Miriam Leiva, periodista y activista cubana, quien en la primera de las sesiones celebradas ante el Congreso relató ante los senadores la represión y la violencia sufrida por su familia por ser contraria al régimen, pero a la vez apoyó con vehemencia el acercamiento estadounidense.
"A pesar de todo esto, se ha producido un cambio en la mente de la gente, y no sólo por el empobrecimiento, la falta de fe en las promesas incumplidas del gobierno, y la desesperanza. Desde que la Administración Obama comenzó con sus políticas para promover el contacto entre la gente en 2009, a partir de los cubanoamericanos, mucho ha cambiado", consideró.
Leiva insistió en su testimonio en que no tiene sentido prolongar la prohibición de viajar a la isla para los estadounidenses, cuando éstas no existen siquiera para visitar países tan controvertidos como Corea del Norte.
En este sentido, Vanni Pettinà, historiador de América Latina y experto en las relaciones EE.UU.-Cuba, reconoce que habrá tensiones en el futuro próximo, pero ve un valor añadido para el éxito de las conversaciones en esa división en la disidencia, interna y externa.
"En Estados Unidos, aunque hay grupos como el liderado por Antúnez que abogan ruidosamente por continuar con el embargo, hay también grupos de la disidencia cubana como, por ejemplo, Cuban-Americans for Engagement, que están muy bien organizados y son capaces de presionar políticamente a favor del diálogo", considera.
"Esto crea -concluyó Pettinà- un panorama más equilibrado, que creo podrá pesar a favor de la prosecución del diálogo".
Y es que, como coinciden los expertos, Estados Unidos no puede permitirse eludir a los disidentes en esta nueva era de las relaciones bilaterales con Cuba. Ni a los que se oponen a su renovada postura ni, especialmente, a aquellos en los que puede encontrar un estratégico cómplice.