Alexei Gámez: “Antes de la wifi este era un pueblo muerto”
La Habana/Rodeado de cables y circuitos ha pasado Alexei Gámez su vida. Desde pequeño se apasionó por la tecnología a pesar de crecer en medio de los rigores del Período Especial. A los diez años, tenía una computadora "de esas que se conectaban a los televisores", recuerda con una mezcla de orgullo e ironía. En aquel entonces no imaginaba que las pantallas y los teclados lo ayudarían a despertar a la conciencia cívica.
A inicios de este mes, el nombre de este joven de 35 años, residente en Jagüey Grande, saltó a los medios digitales. La policía irrumpió en su casa y después de un meticuloso registro se llevó los dispositivos para conexión inalámbrica que Gámez contaba entre sus más valiosos tesoros. El detonante fue un canal de youtube donde enseña a montar una red wifi con routers y NanoSations.
En ese momento cruzó la línea. En un país donde miles de usuarios se enchufan cada día a redes inalámbricas alternativas, las autoridades hacen de la vista gorda la mayor parte del tiempo ante la incapacidad de controlar el fenómeno. Pero una cosa es conectarse a SNet, la más grande de estas comunidades, y otra decirlo públicamente y, además, enseñar a otros a crear su propia telaraña virtual.
Cuando el ojo de los ciberpolicías lo enfocó, de poco le valió que con solo 19 años formara parte de un contingente de informáticos ni que llegara a ser administrador de la red del Banco Popular de Ahorro en Matanzas. Tras el allanamiento de su vivienda, un oficial le advirtió que la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) lo acusaba de "actividad económica ilícita", aunque jamás cobró un centavo por distribuir sus conocimientos.
Entró a toda velocidad al mundo de la política en el que estará involucrado "hasta el último de día"
Desde entonces, Gámez no puede salir de su pueblo sin pedir permiso, pero inmovilizar a un informático es como intentar ponerle puertas a la manigua.
La tecnología también lo ha conectado con una nueva vida. Unos años atrás obtuvo una de esas memorias USB cargadas de contenido audiovisual que circulan de mano en mano. Así conoció a Eliécer Ávila, líder del Movimiento Somos+. "Ese fue el principio de una amistad que dura hasta hoy", evoca el matancero.
Entró a toda velocidad al mundo de la política en el que estará involucrado "hasta el último de día", dice con la determinación de quien no imagina otro derrotero.
Sin embargo, la tecnología sigue siendo su principal pasión. "Al no tener acceso a los medios de difusión masiva como la radio y la televisión, porque son medios estatales y solo representan al Partido Comunista, tratamos de divulgar nuestro mensaje a través de una memoria USB, un DVD o en el paquete", cuenta a este diario.
Las computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas "nos ha dado la posibilidad de acercarnos a la gente y transmitir nuestro mensaje de cómo pensamos y cómo queremos que sean las cosas en el futuro", explica.
Para Gámez la apertura de las zonas wifi en plazas y parques del país todavía queda muy lejos de ser un servicio eficiente. "Está muy regulado el ancho de banda" y "se ve que lo tienen muy cerrado". Con sus conocimientos intuye que la navegación a través de Nauta podría ser una experiencia más exitosa para los clientes, si Etecsa se lo propusiera.
"Me baso en la experiencia de nosotros que tenemos una red inalámbrica a nivel municipal, con aproximadamente 200 personas conectadas y que trabaja a alta velocidad". Gámez asegura poder "ver una película" desde su casa aunque esté en la computadora de un usuario lejano. "Eso lo hacemos con equipos de menos potencia" que los del monopolio estatal.
"Antes de la wifi este era un pueblo muerto, no había a donde ir", recuerda
El parque de Jagüey Grande es el centro de la vida del municipio y de la poca recreación que tienen los residentes del lugar. "Cuando se reúne un poco de gente, hasta ahí llega la conexión a Nauta", se queja el informático.
No obstante, cree que la instalación de una zona wifi ha cambiado significativamente la vida de la zona. "Antes de la wifi este era un pueblo muerto, no había a donde ir", recuerda. "Los fines de semana funcionaban varias discotecas, una para los niños, otra para los jóvenes y una discotemba".
En esa plaza, Gámez jugó de niño y ahora evoca los momentos vividos entre sus árboles y bancos. Pero con el paso de los años "el parque se fue muriendo y permanecía solo, oscuro", lamenta. "Después de la llegada de internet se mantiene lleno todos los días y para los jóvenes es un punto fijo de encuentro", dice con alivio.
Como muchos de esos internautas, Alexei Gámez logra escurrirse cada día entre los barrotes del control gracias a las redes inalámbricas. Lo hace como un niño travieso que se aferra a la cola de un papalote llamado "tecnología".