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“Seguir atrincherados”

Delegaciones cubanas y estadounidenses en el Palacio de Convenciones de La Habana. (Fotograma)
Victor Ariel González

24 de enero 2015 - 06:40

La Habana/La respuesta no se hizo esperar mucho. “Sí tenemos enemigo”, era título de un artículo de opinión publicado hace pocos días en el periódico Guerrillero, acaso rindiendo honor al belicoso nombre del rotativo pinareño. En resumen, así fue como el vocero del partido único en la provincia occidental de Cuba se tomó el acercamiento con EE UU que comenzó el 17 de diciembre: “cuando el enemigo está en tu casa se torna aún más peligroso”.

Sin embargo, hoy la Isla parece abocada al diálogo con el Gobierno estadounidense sin importar lo “peligroso” que esto sea. En La Habana ha tenido lugar este jueves una primera ronda de conversaciones acerca del restablecimiento de embajadas, así como “otros temas bilaterales”. Y el mismo día, Granma ha dedicado casi toda una página al análisis del proceso actual, dejando ver que “diversas son las tendencias que se observan; desde la visión, un tanto ingenua, de quienes piensan que con ello se resuelven nuestros problemas, hasta la de aquellos que no ven con buenos ojos tales acontecimientos y prefieren seguir atrincherados.”

Si se le mira dos veces, resulta que, menos de dos semanas después de que el periódico local Guerrillero convocase a “un nuevo tipo de enfrentamiento” con EE UU, Granma publicaba unas líneas llamando a la moderación. Que algunos cubanos prefieran “seguir atrincherados” no suena como una actitud positiva.

Cierto que no lo es. El acontecimiento es que un medio por lo general tan intransigente lo reconozca. A riesgo de parecer contagiado con el exceso de entusiasmo actual, diría incluso que es un buen precedente. Sí, es hora de ser moderados, porque dicha actitud es la única forma de llegar a soluciones negociadas.

El propio oficialismo ha reconocido ciertas condiciones que le son adversas para salir invicto –o sea, sin realizar concesiones– en diálogos con EE UU y mantenerse tal como lo hemos conocido hasta hoy. Entre las dificultades, se encuentran “muchos años de escasez material, ciertas debilidades en la formación de las nuevas generaciones y la pérdida de algunos valores”. Pero el mayor desafío no es evitar el retorno a una “relación de dependencia” hacia nuestro vecino del norte, sino redefinir el concepto mismo de enemigo. Eso, y la manera de frenar la esperanza generada por la distensión política sin parecer un aguafiestas.

“Ha habido y sigue habiendo deficiencias en la formación de nuestros niños y jóvenes”, dice Granma. Pero incluso para los “no tan jóvenes” ocurre que “el pasado no existe”, y esta es la mayor preocupación de la ideología que, ante la falta de perspectiva, se aferra desesperadamente a su pasado, evocando un diferendo que ha perdido seguidores. De todas formas, “las reservas de nuestra identidad” deberán salvar esas desventajas.

Tanto la soledad como el cansancio de los gobernantes de la Isla cada vez se hacen más tangibles. El carácter del Gobierno cubano lo ha llevado a perder muchos amigos; pero actualmente, según transcurre su diálogo con EE UU, parece que el régimen además va a quedarse sin su enemigo más valioso, el comodín de sus propios –y muchos– fracasos. Seguir atrincherado es la respuesta instintiva de quien tiene miedo, así sea de su propia sombra.

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