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Adiós, familia cubana

Los activistas del Movimiento San Isidro denunciaron que fueron atacados con una sustancia extraña y que cayó en la cisterna de agua. (Captura)
Ileana Febles

23 de noviembre 2020 - 11:24

Montreal/Acabo de ver un vídeo en el que aparecen los integrantes del Movimiento San Isidro dentro de una vivienda de la Habana donde algunos de ellos realizan una huelga de hambre.

Desde la sede del Movimiento piden la liberación del rapero Denis Solís –condenado a ocho meses de cárcel por un supuesto delito de desacato– y el cierre de las tiendas dolarizadas en Cuba.

Luego de haber sido violentados desde hace unos días por agentes de la policía política y ciertos miembros de la ciudadanía que responden a los mismos intereses que les han impedido el ingreso de agua y comida regularmente, el acceso de visitantes al lugar de la protesta y, muy probablemente, tratando de envenenar su cisterna con un líquido desconocido de olor nauseabundo y que fue lanzado sobre su depósito de agua, en este nuevo vídeo se aprecia cómo unos violentos golpes en la puerta los alertan y, sorprendidos y asustados preguntan: ¿Quién es? ¿Dónde está la policía? Mientras, un comunista poseído por el mismísimo demonio derriba la puerta a golpes, evidentemente propinados con un objeto pesado.

En medio de los hechos, un auto de policía pasa por delante de la puerta de la sede del Movimiento y sin responder a los gritos, sigue su camino e ignora el peligro

En medio de los hechos, un auto de policía pasa por delante de la puerta de la sede del Movimiento y sin responder a los gritos, sigue su camino e ignora el peligro.

Pretenden que el pueblo comunista enloquecido arremeta contra los que califican despectivamente de "contrarrevolucionarios" mientras despiertan el odio de los adoctrinados llamando a los integrantes del Movimiento San Isidro con nombretes, para que acaben con ellos de la manera que quieran. Tal y como dice la Constitución en su artículo 4, que apoyaron muchos de nuestros familiares.

El año pasado me comprometí moralmente conmigo misma a no alimentar las arcas de la dictadura (no más de lo necesario, viendo que mantienen a mis familiares como rehenes de la miseria humana a la que los someten) para evitar estas cosas, entre otras.

Debido a la urgencia que provocó la pandemia, rompí mi pacto solamente con el envío de un poco de dinero a mi padre, pero en una cantidad mínima.

Evidentemente, este año, tanto para él como para el resto de mis familiares, el problema mayor no ha sido el de la deficiencia monetaria, sino el del desabastecimiento.

En el año 2019, en incontadas ocasiones, les advertí "a los míos" sobre el peligro de su voto afirmativo en el referéndum sobre la Constitución nueva que proponía el Partido Comunista. Les expliqué que todos los derechos que exponía el texto que tenían sus ciudadanos en sus extensos artículos, eran negados en el artículo 4 a todo aquel que se opusiera al comunismo. Incluyendo su derecho a la vida.

Simplemente no me escucharon. Muchos aprobaron esa nueva Constitución con su voto afirmativo. Aún así, como pienso que de todo puede uno arrepentirse y tener otra oportunidad de redención, continué contándoles mis ideas, y les hablé de lo malo y lo diabólico que era el comunismo.

Pero su respuesta siempre fue el silencio. Hablarme del cielo azul y de los pajaritos de colores, cuando les decía otra cosa en mis tantas comunicaciones con ellos

Les hice partícipe de mis artículos en este diario.

Pero su respuesta siempre fue el silencio. Hablarme del cielo azul y de los pajaritos de colores, cuando les decía otra cosa en mis tantas comunicaciones con ellos.

Responderme que había que poner a la familia primero y que "no me metiera" más en esos asuntos porque era algo muy complejo. Que no "quemara las naves". Evidentemente haciendo referencia a que el Gobierno no me dejaría regresar a Cuba si seguía "escribiendo lo que pensaba".

No han cesado de invitarme a regresar a Cuba, porque "no quieren perderme". Me quieren mucho, según dicen ellos. He recibido invitaciones múltiples a unirme a sus grupos de Whatsapp, desde donde me mandan fotos del pasado en las que aparezco muy feliz con ellos, compartiendo con ellos, para que el recuerdo familiar haga por arte de magia que me olvide de lo que hacen día tras día. De lo que son parte.

Aquí les va mi respuesta a todos ustedes que me han dicho de primera mano:

A todos ustedes, que saben quienes son -y por supuesto que no son todos mis familiares, gracias a Dios-, les digo: quiéranme ustedes a mí tal y como quieren ustedes a los del Movimiento San Isidro. Y déjenme un poco en paz, porque quiero gente buena a mi alrededor.

A ustedes les digo: ¡yo no te hablo más en un año! Y que Dios me libre de volver a hablarles luego de un año si no cambian de opinión.

Esa es mi protesta. Además de rezar por los que sufren.

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