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"Un ser adoctrinado habla de tedio"; una selección de poemas de Lina de Feria

La poeta y ensayista Lina de Feria recibió en diciembre el Premio Nacional de Literatura de Cuba. (En24)
14ymedio

08 de enero 2020 - 11:44

La Habana/ Agency Orquidea - 1 x 1 Hace cinco años, la editorial Betania publicó Los cristales que te hincan, una obra de la poeta y ensayista Lina de Feria, premio Nacional de Literatura de Cuba este diciembre.

El poemario, dividido en dos partes, "sigue hablando de las obsesiones de una de los escritoras más importantes de la Isla de Cuba desde finales de los sesenta hasta el presente, continúa y amplía muchos de sus resortes escriturales (ausencia de comas, sintaxis enrarecida y pindárica en ocasiones, metaforización de elementos opuestos y/o distantes, referencialidad cultural, forcejeo con el lenguaje, intuición gnoseológica…). Esas obsesiones funden en un mismo cuerpo discursivo La Habana y sus líneas ruinosas con América, Sevilla, Madrid", reza el prólogo, de Yoandy Cabrera.

Feria, nacida en Santiago de Cuba en 1945, está considerada una de las voces femeninas más importantes de la literatura en Cuba. Graduada en Filología en la Universidad de La Habana, trabajó como redactora y editora de varios medios de prensa y revistas. En 2008 fue galardonada con el Premio Nicolás Guillén por su libro Ante la pérdida del Safari a la jungla. Tras años olvidada por el oficialismo, el premio le supuso un reconocimiento largamente esperado por muchos.

14ymedio presenta una selección del poemario editado por Betania, cuya edición digital es gratuita.

XVIII

Irrumpo entre los moradores de la casa

y va cogiendo su lugar

el cuadro mustio de forma importante.

El polvo acuchilla todo

y pienso en la soledad de la fama.

Un ser adoctrinado

habla de tedio

por tantas consignas repetidas

y yo me escurro hasta el patio vecino

viendo las grandes hojas del árbol

junto al musguillo de la acera

pero impenenitente cruzo la calle urbana

con mi jabita de nylon

hasta la bodega

donde compro una caja de cigarros.

al volver me tropiezo con la muchedumbre

donde soy el esquife hundido

en mi propio pensamiento.

Me detengo en el parque

donde veo que el banco es inseguro

recordando el pasado

y un filtrillo de luz me corroe

el mismísimo corazón.

Quisiera estar menos desnuda

Bajo las nubes altas e inalcanzables.

IV

Gira el silencio

y gira también el vientre prometido

la consecuencia de que todo duela.

A veces en una caverna

hay una luz que difumina al hombre

y lo deja hipnotizado en su soledad.

V

En la circunstancia

una especie de adormecimiento

en la que se alivian las tensiones.

Patio de casa

donde llovía a cántaros

sobre el rostro del huésped

no hay noche plena

cuando la media luna

soporta los bordes del insomnio.

En la desnudez de la infancia

tropieza tantos años pernoctando

en el vuelo de los columpios

que a veces una mano

es frágil andamio para sostenerme.

Todo parece una ilusión de magos

pero la realidad es otra:

allí en los parques

alguien llora de miedo.

X

Si a las tribunas sube la palabra

yo siento la oquedad

y el gran escándalo de mi silencio

como torpe manera de aquel ciego

tratando de mirar el bosque irrefrenable.

No hay forma de erradicar la pobreza del mundo

y un pleamar de hueso solo

recupera su cuerpo

su desdicha.

El avariento carcome su molienda.

XIII

A veces lo abrillantado

es una fórmula engañosa

y en el espíritu vibra

una especie de oquedad sin límite

que trasciende nuestros ojos

hasta la tristeza.

el ritornello de la noche

impone una sequoia pálida:

en el furgón se hacina la pobreza

huyen las ratas hacia las aguas turbias

donde no cae llovizna transparente.

XX

A Lichy Diego

Ya no esplende el gallo

sino que la rémora de la muerte

lanza sondas sobre los que se fugan a otra vida.

La especie vuelve a repetirse

y no se detiene el nacimiento

Pero el gallo ya no esplende.

Bethoven

Pero Bethoven está armonizando

y el cielo detenido

como si el mundo de las mareas

sufriera un cuerpo desnudo.

Extraña sabiduría

que perpetúa lo estelar.

Se pueden inducir minas secretas

y en el entorno lo implosivo

lame

como el cervatillo

la hoja.

Yo no soy otra cosa que la nada

y en el borde del acantilado

los pértigos se subvierten.

Allí una mínima siembra

me acoge en lontananza.

La armonía me eleva

por los cuatro costados

y cuando miro

el goteo de la sangre de la flor

palpo la vida

como lo posible

y río desbocado hacia la noche.

No hay descanso en el hondón americano

Cuidadosamente juega la esperma

de la vela con el fuego que yace.

Las seguras puertas detienen el

emboque de la vida. Precipitados todos

a las contingencias del minutero,

se detienen las nubes, más el silencio

no gobiernan el descanso en el

Hondón americano. Los

supraestelares globos finalizan

un viaje imposible. La gente

ya no aplaude sino descascarándose

como cigarras muertas, todo lo retrotraen

a Lovecraft y su pez mutante.

Los trenes son los del invento genético

en los que la velocidad no llevan

vellocinos de oro sino cajas cerradas

para la experimentación.

El mundo sigue acanalándose:

retorciendo el Big Ben a una hora

inventada.

El malecón

¡Oh la pupila insomne

y el párpado cerrado

ya dormiré mañana

con el párpado abierto!

Rubén Martínez Villena

En la fachada

el estiércol del hueso rueda sobre la acera

como montoncito final de la calle.

Flamea el carnaval de Portocarrero

mientras que no hay manera

de recordar un ápice de sus ojos

o de su pintura del carnaval.

Extraña conciliación del tiempo

para dejarme exhausta

en las nuevas fiestas de hoy día.

¿Será que se repite la consecuencia múltiple

de los ciclos?

En este 8 de agosto de 2013

creo que va a consumirse mi vida

por las farolas rotas

el jardín agotado

y el gato a solas.

Recibiré el lema de la vieja palabra

con bordes de mataduras y agonías

donde silenciosamente desapareceré.

Apenas jugar

No me gustan los títulos colgados, las cenefas. Imparte el mar su porción de sequedad de los tributos de los barcos hundidos y los hombres presienten que el destino es solo la confusión. No hay peor ciego que el jerarca infinito. Por las calles de Santa Amalia los cuerpos se mezclan en laronda de la oscuridad. Hay quien solo bebe agua de las cataratas del Victoria y luego su mirada de Leopardo inhibe el crecimiento del espacio. Apurar a los astros es condenara cien años de prisión a un hombre. La libertad se mide por el tiempo en que nacemos continuamente. Si existieranlos frijoles mágicos podría embellecerse el mundo. Quiero apaciguar la sangre que me nutre y granear de soles mis silencios. Estoy fatídica y entra el jaque a la muerte.

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