El alacrán, la rana y el castrismo
Miami/En la fábula del alacrán y la rana, el primero pide a la segunda que lo cargue para cruzar el río. La rana, temerosa, vacila, pero el alacrán le asegura que si la picara los dos se hundirían. La rana acepta al considerar que sería irracional por parte del alacrán provocar la muerte de ambos. A medio camino, el alacrán aguijonea a la rana y ambos mueren. Mientras se están hundiendo, la rana pregunta al alacrán por qué lo ha hecho y éste responde que no podía evitarlo, estaba en su naturaleza clavar el aguijón.
Me recordó esta fábula el analista político Eugenio Yáñez mientras hablábamos de la conducta del Gobierno cubano denegando visas a diversos dignatarios de alto nivel que esperaban viajar a Cuba para recibir un premio democrático con el nombre del difunto opositor Oswaldo Payá. El galardón fue entregado en Cuba el 22 de febrero por la Red de Jóvenes Latinoamericanos por la Democracia en la vivienda de Rosa María Payá Acevedo, hija de Oswaldo Payá.
Yáñez predijo que el Gobierno prohibiría la entrada de los dignatarios independientemente de los costos políticos: "No lo permitirán. No está en su naturaleza"
El premiado e invitado de honor era Luis Almagro, actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Entre los invitados estaban también Mariana Aylwin, exministra de Educación de Chile e hija del fallecido presidente Patricio Aylwin, premiado póstumamente; el expresidente mexicano Felipe Calderón; y el exembajador de la República Checa ante Estados Unidos y la ONU, Martin Palous. A ellos, y otros más, les negó la entrada el Gobierno, por considerar la visita una inaceptable provocación anticubana. Su actitud generó numerosas protestas de figuras públicas en toda la región.
El la conversación que tuve con él, el Dr. Yáñez predijo correctamente que el Gobierno prohibiría la entrada de los dignatarios independientemente de los costos políticos: "No lo permitirán. No está en su naturaleza. El alacrán clava el aguijón aunque le cueste la vida".
Durante años, en mis escritos he expresado el mismo criterio cuando analizaba prácticas y políticas, tales como la del expresidente de EE UU, Barack Obama, que deseaba modificar de alguna manera la conducta del régimen cubano. Esas políticas asumen que el canon de la racionalidad económica del estilo americano, que compara costos y beneficios, funcionaría con el régimen castrista. Tales políticas no funcionarán: no está en la naturaleza del Gobierno cubano hacer concesiones ideológicas. Raúl Castro ha expresado absolutamente claro que Cuba no cambiará sus métodos. No está en su naturaleza.
Quienes proponen terminar con las sanciones económicas a Cuba, por ejemplo, señalan que eso estimularía al Gobierno a adoptar políticas más racionales. No las adoptaría. No está en su naturaleza.
Esperaban que el restablecimiento de relaciones diplomáticas motivara al general Raúl Castro, a quien consideraban más pragmático que su hermano Fidel, a reducir la represión y quizás facilitar reformas económicas. No lo ha hecho. No está en su naturaleza.
Esta última demostración de la intransigencia del Gobierno cubano debería refutar cualquier noción de que pudieran tener éxito políticas que busquen cambiar la naturaleza del régimen
Esta última demostración de la intransigencia del Gobierno cubano debería refutar cualquier noción de que pudieran tener éxito políticas que busquen cambiar la naturaleza del régimen. Prohibiendo la entrada Almagro y los otros dignatarios, el régimen se arriesgó a un significativo costo político entre muchos de sus partidarios en América Latina. Pero no podía hacerlo diferente. No está en su naturaleza.
A menudo nuestros fallos de política exterior, particularmente tratando con regímenes patrocinando ideologías totalitarias, como Corea del Norte, Irán o Cuba, tienen sus raíces en nuestra visión americana del mundo, que no logra entender la naturaleza de esos regímenes. No reconocemos que los mismos se sostienen por sus ideologías totalitarias, que requieren antipatía hacia la libertad, y una generalizada violación de los derechos naturales de la ciudadanía.
La política exterior del castrismo coloca sus valores totalitarios sobre sus intereses económicos o políticos. Es hora de reconocer que no pueden cambiar. Como el alacrán de la fábula, no está en su naturaleza.
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Nota de la Redacción: José Azel es investigador senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami y autor del libro Mañana in Cuba.