El asilo diplomático bajo el castrochavismo

Por suerte para los asilados el Gobierno de Argentina no se ha cruzado de brazos y realiza gestiones para que le sean otorgados los salvoconductos

La embajada de Argentina en Caracas, Venezuela.
La embajada de Argentina en Caracas, Venezuela. / EFE/ Henry Chirinos
Pedro Corzo

22 de diciembre 2024 - 17:36

Miami/Una de las tradiciones más firmes y respetadas en América Latina es el asilo diplomático, una condición que ha sido producto de acuerdos legítimos entre naciones que los regímenes inspirados en el castrochavismo tienden a no respetar.

El asilo diplomático, es una institución característica, típica y única de América Latina, porque no es reconocido a nivel universal ni en otros sistemas regionales, escribió Héctor Gros Espiel, diplomático y jurista uruguayo que fue presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Este acuerdo americano que ha beneficiado a numerosas personas es flagrantemente violado por el autócrata Nicolas Maduro cuando le niega el salvoconducto a los seis activistas prodemocracia que buscaron refugio en la Embajada de Argentina en Venezuela.

María Corina Machado, líder de la oposición venezolana, denunció que los dirigentes asilados en la Embajada de Argentina en Caracas “son rehenes que están siendo torturados” por el régimen de Nicolás Maduro, y agrega: “Tenemos nuestros colegas asilados en la Embajada de Argentina durante más de ocho meses, una embajada que está hoy bajo la protección de Brasil porque el régimen expulsó a los diplomáticos argentinos cuando también expulsó a los de República Dominicana”.

“Tenemos nuestros colegas asilados en la Embajada de Argentina durante más de ocho meses, una embajada que está hoy bajo la protección de Brasil”

Los activistas prodemocracia venezolanos Pedro Urruchurtu, Magaly Meda, Omar González, Claudia Macero, Humberto Villalobos y Fernando Martínez Mottola, también colaboradores de la campaña de Machado, se vieron obligados a buscar refugio en la Embajada de Argentina en Caracas después de que el régimen de Maduro y Diosdado Cabello dictara una orden de detención en su contra por cometer presuntos actos violentos para desestabilizar al Gobierno.

Por suerte para estos asilados el Gobierno de Argentina no se ha cruzado de brazos y realiza gestiones para que le sean otorgados los salvoconductos, demanda a la que se han sumado otros países miembros de la Organización de los Estados Americanos, OEA.

Esta práctica no es nueva. Los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua, además de negar el salvoconducto o aplazar su aplicación por tiempo indefinido, hacen la vida de los asilados más que miserables al practicar un hostigamiento permanente y sistemático interrumpiendo el servicio de agua, cortes periódicos del fluido eléctrico y de las comunicaciones, acoso de las fuerzas represivas y hasta limitaciones en el ingreso de alimentos.

Tal vez el caso más emblemático fueron los sucesos de la Embajada de Perú en Cuba, cuando en los primeros días de abril de 1980 más de 10.000 personas buscaron refugio en esa sede de escaso 2.000 metros cuadrados, en procura de salvoconductos para abandonar el paraíso castrista, causando un hacinamiento brutal que ocasionó infinitas penurias a los prófugos.

Este hecho insólito, probablemente único en el mundo por su dimensión, fue provocado por el propio Fidel Castro cuando retiró las unidades represivas que custodiaban la misión diplomática, lo que aprovecharon los ciudadanos para votar una vez más con los pies, gestándose una salida masiva de más de 120.000 personas que la historia recoge como el Éxodo de Mariel.

Los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua hacen la vida de los asilados más que miserables al practicar un hostigamiento permanente y sistemático

Semanas después se produjo un caso parecido ante la antigua Embajada de Estados Unidos en Cuba, entonces Sección de Intereses a cargo de Suiza, cuando dos o tres centenares de presos políticos se agruparon frente al edificio para gestionar su salida del país, gestión que fue reprimida por miles de efectivos de unidades militares y de la seguridad del Estado vestidos de civil y armados con cabillas envueltas en periódicos, obligando, después de un fuerte enfrentamiento, que poco más de un centenar de los reclamantes se refugiaron en la sede de la misión estadounidense.

Ni la nunciatura ha estado exenta de la violencia del castrochavismo. En diciembre de 1980 un pequeño grupo de personas buscó refugio en la Embajada del Vaticano en La Habana, de inmediato las fuerzas represivas, previo permiso de los funcionarios, ingresaron a la instalación prometiendo que los apresados no serían fusilados, compromiso incumplido, los jóvenes hermanos García-Marín Thompson, de 19, 21, 25 años respectivamente, fueron ejecutados al año siguiente y la madre de estos jóvenes cumplió más de diez años de cárcel.

La Embajada de la Venezuela Republicana en La Habana fue objeto de abusos diplomáticos del castrismo. El primer presidente de la Revolución, Manuel Urrutia, 1959, pasó dos años entre las embajadas de Venezuela y México hasta que dejó el país, y en el documental Los Sin Derechos, de Daniel Urdanivia, se recogen testimonios de la abusiva conducta de la tiranía castrista contra los refugiados en la Embajada venezolana, incluyendo tiroteos.

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