Cierre de Radio Martí, anhelo del totalitarismo
Cesar las transmisiones de estas entidades genera un gran desamparo informativo entre quienes batallan contra las dictaduras
Miami/No es la primera vez que escribo sobre Radio Martí, una entidad que para muchos cubanos es un ariete informativo contras las mentiras sistemáticas y permanentes de la dictadura cubana y sus asociados de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, como lo han hecho también por décadas la Voz de América (VOA) y otras agencias similares del Gobierno federal de Estados Unidos.
Las transmisiones son un servicio costoso que deben ser reevaluados en su gestión sin ser eliminados. En cualquier entidad gubernamental, sin importar el país, se cometen errores y es probable que no falten actos de corrupción. Sin embargo, la solución nunca es botar el sofá, sino a los sujetos que hayan realizado una mala administración, inclusive, sancionarlos judicialmente si el delito lo requiere.
Sin dudas, denunciar las autocracias es un mandato imprescindible de las democracias. Educar en aspectos como las libertades y prerrogativas ciudadanas es una obligación de todos los que disfrutamos de las libertades y derechos que hacen a esta gran nación un ejemplo, función que Radio Martí, a pesar de sus ineficiencias, cumplía hacia Cuba a cabalidad.
Cierto que sus transmisiones no han derrocado el totalitarismo castrista y la VOA no ha destruido los regímenes de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, pero al cumplir debidamente la misión de informar con veracidad y equilibrio cooperan con aquellos que activamente y de diferentes maneras, combaten a los autócratas.
Durante más de seis décadas la dictadura castrista ha demostrado ser el enemigo más peligroso y consistente de EE UU en el hemisferio occidental
Cesar las transmisiones de estas entidades genera un gran desamparo informativo entre quienes batallan contra las dictaduras. Hay que tener presente que, si “saber es poder”, la ignorancia por parte de los opositores de lo que acontece en Cuba y en el mundo los conduce a una indefensión absoluta.
Durante más de seis décadas la dictadura castrista ha demostrado ser el enemigo más peligroso y consistente de EE UU en el hemisferio occidental, promoviendo en toda América Latina propuestas contrarias a la democracia estadounidense.
Sus armas han sido la propaganda y el terrorismo, y son las transmisiones de estas emisoras federales las que neutralizan la sarta de mentiras y engaños que fabrican contra sus pueblos los regímenes de corte castrochavista.
El totalitarismo cubano ha usado su voto en las organizaciones internacionales para favorecer resoluciones contra Estados Unidos, beneficiando a los contrarios acérrimos de Washington como lo han sido, al menos en los últimos cincuenta años, Rusia, China, Irán y Corea del Norte.
Según numerosas denuncias, en Cuba hay instaladas bases militares y de espionaje de algunos de los regímenes adversarios de Estados Unidos que consistentemente ha socavado la seguridad nacional norteamericana.
El régimen ha infiltrado en el país a sus agentes de espionaje y captados lacayos en universidades y en instancias gubernamentales, con el objetivo de obtener informaciones, a la vez que se muestra como víctima inocente de todo tipo de agresión por parte de la Casa Blanca ante su propio pueblo. Radio Martí ha destruido esas mentiras durante casi 40 años gracias a una programación que, sin ser perfecta, siempre ha dicho la verdad.
Radio Martí ha destruido esas mentiras durante casi 40 años gracias a una programación que, sin ser perfecta, siempre ha dicho la verdad
Ingresé a trabajar en Radio Martí en 1998, bajo la administración de Roberto Rodríguez Tejera, un hombre que, a mi saber, cumplió a plenitud los mandatos de su posición.
Puedo asegurar que durante estos 23 años no estuve de acuerdo con muchas de las cosas que ocurrieron y menos con algunos de los ejecutivos de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB). Sin embargo, considero que “la Misión”, como decía la desaparecida Cristina Sansón, es lo más importante, razón por la cual no comprendo a quienes atacan la emisora con intención de destruirla. Cierto que tenía defectos, lo sabemos todos, pero los cubanos de la Isla necesitan que siga cumpliendo sus funciones.
Me atrevo a afirmar que, a pesar de sus deficiencias y probables manejos indebidos, la OCB ha cumplido con sus objetivos de llevar la verdad noticiosa a Cuba y hacer que muchos ciudadanos al interior de la Isla se hayan opuesto al totalitarismo porque han conocido la realidad a través de las ondas radiales de Radio Martí. Los dirigentes de la oposición, como José Daniel Ferrer o Félix Navarro, y el periodista independiente Reinaldo Escobar también piden que no desaparezca.