¿Cuba, rumbo al postotalitarismo?
Cajón de Sastre
Cuando el “socialismo” se impuso y se aseguró el generoso subsidio soviético, el país estaba listo para el totalitarismo más despiadado
Miami/Desde hace muchos años los cubanos nos percatamos que la dictadura que habían impuesto los hermanos Castro en la Isla era esencialmente diferente a las que habíamos padecido en el pasado, no solo porque la caracterizaba una represión infinita, crueldad extrema, más un control sobre la ciudadanía que no tenía precedentes, incluido, el manejo de la propiedad que pasaba a ser, gradualmente, una prerrogativa del estado
En los primeros años hubo mucho caos en el país. Desconcierto y errores en los que incurrió toda la ciudadanía. Recuerdo aún con aprensión que Fidel Castro, identificaba cada año con un nombre y aunque el propósito de tales nombres era señalar la tarea más importante de esos 365 días, sucedía todo lo contrario como se apreció en el año de “La Planificación” y “Organización”, 1962 y 1963, respectivamente porque a partir de esas fechas, el desbarajuste de la economía se fue acentuando junto a los fusilados, prisioneros políticos y exiliados.
Al principio fue una genuina dictadura militar de inspiración populista, distinguida por una ineficiencia absoluta, despilfarro, masiva propaganda y deificación de Fidel Castro
Si algo hubo cierto a partir de enero de 1959, fue que nadie podía estar ajeno al quehacer político. El proceso que se iniciaba lo abarcaba todo, nos involucramos, voluntaria o involuntariamente, en el entramado castrista que al final identificaríamos como totalitarismo, muy parecido en criminalidad a los sistemas nazi-soviético, pero mucho más abarcador económicamente que estos, al extremo de que el escritor Jose Antonio Albertini decía que estaban por intervenirnos el cepillo dental, en muy poco tiempo desaparecieron del mercado junto con los dentífricos y todo lo demás.
Al principio fue una genuina dictadura militar de inspiración populista, distinguida por una ineficiencia absoluta, despilfarro, masiva propaganda y deificación de Fidel Castro y consagración de sus apóstoles más allegados. Junto, a la demonización de los partidos políticos y el sometimiento de toda la sociedad civil incluidas las sindicales, sociales y profesionales.
De hecho los grandes propietarios habían perdido sus bienes en los tres primeros años del Gobierno revolucionario, en paralelo a la expropiación de las empresas de capital extranjero, sin que los afectados recibieran compensación. También, muchos pequeños negocios habían sido confiscados, formando la dictadura empresas consolidadas que contribuyeron en mucho al abismo productivo en el que sumió el país.
Los Castro controlaban la economía sin descuidar la política. Nunca permitieron una gestión política independiente, tampoco prensa de ningún tipo. En 1965, Cuba estaba bajo un régimen de partido único y para oficializarlo se creó al Partido Comunista de Cuba y su órgano oficial, el libelo Granma.
Cuando el “socialismo” se impuso y se aseguró el generoso subsidio soviético, garantizado con él envió de miles de cubanos a Angola como carne de cañón de Castro y el Kremlin, el país estaba listo para el totalitarismo más despiadado, ya impuesto en la gestión política.
Los Castro controlaban la economía sin descuidar la política. Nunca permitieron una gestión política independiente, tampoco prensa de ningún tipo
El 13 de marzo de 1968, el régimen nacionalizó aproximadamente 58.000 pequeñas empresas con la propuesta de que sería el método idóneo para industrializar el país. Los zapateros remendones, peluqueras, barberos, costureras y todo trabajador productivo, los que el régimen promueve en la actualidad como mipyme o cuentapropistas, pasaron a ser empleados del Estado. La burocracia se entronizó y el liderazgo de las nuevas industrias y empresas lo asumieron los hombres del partido, hombres de negro de verdad, no de ficción, todos eran la incompetencia personificada.
Recuerdo que hasta los bares y clubes nocturnos fueron cerrados porque eran los focos, según el oficialismo, de la prostitución, homosexualidad y delincuencia, calificadas lacras sociales por los lideres del Comité Central del Partido. No obstante, para la década siguiente a pesar de que la zafra de los 10 millones, Van Van, no fueron a ninguna parte, el resto de la economía nacional se deprimió fuertemente, mientras se acrecentaba la dependencia de la Unión Soviética y la militarización de la sociedad cubana.
El entusiasmo de los castristas condujo al país a los páramos de la corrupción e ineficiencia. La economía nacional está en una ruina absoluta, tanta que según algunos el régimen está en la ruta de despojarse de algunas medidas del totalitarismo para volver a seguir siendo la sangrienta dictadura previa al 13 de marzo del 68, en la que seguro, estarán reinando las rejas junto al pan ensangrentado de los opositores que siempre combatirán la vetusta tiranía.
Cuando el “socialismo” se impuso y se aseguró el generoso subsidio soviético, el país estaba listo para el totalitarismo más despiadado, ya impuesto en la gestión política.