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Elecciones o votaciones

En México y Venezuela está sobre el tapete electoral el continuismo o el cambio. Los escenarios son diferentes en los aspectos institucionales, pero hay semejanzas que no son simples coincidencias

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, es un caudillo populista con inclinación a la progresía política que no oculta sus simpatías por los regímenes del 'castrochavismo' / EFE/ISAAC ESQUIVEL
Pedro Corzo

02 de junio 2024 - 16:01

Miami/México y Venezuela se aprestan a celebrar unas elecciones particularmente importantes. En honor a la verdad, todos los actos electorales son relevantes, pero ante estos dos países se abre una interrogante electoral y de poder que podría influenciar radicalmente en el futuro de esos pueblos y consecuentemente en nuestro hemisferio.

En ambos países están sobre el tapete electoral el continuismo o el cambio. Los escenarios son diferentes en los aspectos institucionales, pero hay semejanzas que no son simples coincidencias.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, es un caudillo populista con inclinación a la progresía política que no oculta sus simpatías por los regímenes del castrochavismo que desgobiernan Cuba, Nicaragua y Venezuela, sin olvidar el apoyo que prestó al déspota Evo Morales cuando este mintió al decir que había sido depuesto por un golpe de Estado.

El presidente mexicano ha sido una ficha particularmente útil en las maniobras antidemocráticas que tienen lugar en el continente

López Obrador manifiesta su complicidad con el castrochavismo cuando no les exige a sujetos como Nicolas Maduro que respete las normas democráticas en los próximos comicios generales. También se niega a reconocer que el régimen sandinista viola los derechos humanos de sus ciudadanos y ha suscrito con el totalitarismo castrista numerosos acuerdos como entregarle petróleo a precio preferencial y la contratación, prácticamente en condiciones de esclavitud,  de personal de la salud cubana.

El presidente mexicano ha sido una ficha particularmente útil en las maniobras antidemocráticas que tienen lugar en el continente y se espera que en lo que resta de su mandato apoye aún más a los despotismos.

Todo parece indicar que el próximo mandatario mexicano será una mujer. Hasta el presente la candidata con mayor opción de votos es la del partido de Gobierno Claudia Sheinbaum, de la coalición oficialista Sigamos Haciendo Historia, quien ha prometido continuar la política exterior de su predecesor, consistente en apoyar las dictaduras del hemisferio.  

Al parecer la señora Sheinbaum es idéntica a López Obrador en aspectos como defender la autodeterminación de los pueblos que no tienen elecciones y están gobernados por dictadores.  

Su rival, es otra talentosa mujer, Xóchilt Gálvez, de origen indígena, ingeniera en computación y empresaria

No se pregunta la señora candidata que autodeterminación tienen los cubanos si hace 65 años padecen un régimen de partido único, no hay elecciones, ni prensa libre ni partidos políticos y hay más de mil prisioneros políticos. Tampoco se pregunta cuál es la autodeterminación de Venezuela, Nicaragua y Bolivia con candidatos privados de sus derechos electorales, presos políticos y exiliados.

La postulante es física e ingeniera ambiental y, entre 2018 y 2023, fue la primera alcaldesa de Ciudad de México. Sin duda, es una mujer de arraigo, competente y decidida, pero consumida en las históricas falsedades de la progresía. Debería mirarse en el espejo de otra mujer, María Corina Machado, la candidata venezolana que impugna a Nicolas Maduro. 

Su rival, es otra talentosa mujer, Xóchilt Gálvez, de origen indígena, ingeniera en computación y empresaria.

La situación venezolana es mucho más compleja que la de México. La oposición no disfruta de plena libertad para elegir a sus candidatos, al extremo que la persona que cuenta con el más amplio apoyo popular, María Corina Machado, no puede participar en las elecciones porque el Gobierno le niega ese derecho, y se vio obligada a designar al diplomático Edmundo González como candidato sustituto.

Confío en que López Obrador, a pesar de sus inclinaciones ideológicas, respetará el resultado electoral

La señora Machado ha contado durante toda la campaña con un respaldo popular abrumador, al extremo que todos deberíamos llamarla Señora presidenta porque es incuestionable que su pueblo la ve como tal, aunque su Gobierno se empecina en arrinconarla.

Nicolas Maduro, al igual que sus pares de Cuba, Nicaragua y Bolivia, aparte de ser un autócrata, ha demostrado ser un incapaz en los asuntos de gobernar, tanto, no creo exagerar, como lo fueron los Castro, Hugo Chávez o el inepto del siglo XXI, Miguel Diaz-Canel.

Confío en que López Obrador, a pesar de sus inclinaciones ideológicas, respetará el resultado electoral, no así los déspotas Nicolas Maduro y Diosdado Cabello. Estos energúmenos, hasta ahora, nunca han respetado la opinión del pueblo, así que sugiero que estemos todos listos para exigirle al castrochavismo que acepten la voluntad popular y se vaya del Gobierno.

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