Espías a la orden
Miami/El totalitarismo castrista jamás descansa, no se toma vacaciones ni días feriados. Se nutre ávidamente de su odio a la libertad, de su afán por eliminar a Estados Unidos, razón por la cual, su servicio de inteligencia siempre estará dispuesto a destruir esta nación, mientras las fuerzas represivas al interior de la Isla no cejan en su empeño de aplastar a los opositores. En fin, el estado terrorista perfecto.
De ahí que no me haya sorprendido el descubrimiento de un nuevo topo castrista en las esferas del poder estadounidense. Desgraciadamente debemos estar preparados para sujetos que, por invalidez moral, razones económicas o cualquiera otra deficiencia cerebral, sirven a regímenes contrarios a la dignidad humana.
El caso del embajador Víctor Manuel Rocha demuestra una vez más lo eficiente que son los tramperos de la inteligencia castrista y lo confiado que son los funcionarios de este país que favorecen estrechar relaciones con el régimen cubano, el mejor aliado con que cuentan Rusia, China e Irán en el hemisferio.
No hay dudas de que el castrismo sedujo públicamente a un número importante de personas en el continente, algunos, admitieron su encantamiento, otros, aparentemente, lo mantuvieron In pectore, como el acusado de espía Rocha y la inolvidable señora Ana Belén Montes, analista de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, que confesó haber espiado para Cuba durante 16 años, resultando condenado a largos años de cárcel. En la Isla la hubieran fusilado.
Desgraciadamente debemos estar preparados para sujetos que, por invalidez moral, razones económicas o cualquiera otra deficiencia cerebral, sirven a regímenes contrarios a la dignidad humana
Los que favorecen estrechar relaciones con el castrismo, estadounidenses y cubanos, en el mejor de los casos, tienen una pésima memoria, son grandes ignorantes o hay algo más podrido en sus cerebros.
Los castristas conocen las interioridades de esta sociedad. Aun antes de llegar al poder, partidarios de Fidel Castro en el Movimiento 26 de Julio constituyeron células en las ciudades más importantes de EE UU para apoyar a los insurgentes, ejercer influencia en los medios y sobre la clase dirigente, particularmente en las universidades y sectores intelectuales, sus objetivos priorizados, gestión que siguen desarrollando a cabalidad y con eficiencia.
Estos sujetos se empecinan en pasar por alto que el presunto asesino de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, dirigió un Comité Pro-Justo Trato para Cuba, que un alto funcionario de Inmigración, Mariano Faget, trasmitió información al Gobierno de La Habana, que decenas de agentes castristas fueron expulsados de Naciones Unidas por espionaje y que la Red Avispa causó la muerte de cuatro jóvenes al ser derribadas las avionetas por un Mig castrista.
Otros casos que en su momento llamaron la atención al parecer han sido olvidados. José Rafael Fernández Brenes se infiltró en TV Martí y su información ayudó al Gobierno cubano a interferir la señal de la emisora; los académicos Carlos Álvarez, doctor en Psicología, y su esposa, la sicoterapeuta Elsa Prieto, fueron condenados por espiar a favor del régimen cubano. Según la inculpación, Álvarez había espiado desde 1977 y su esposa desde 1982. Olvidado, también, el matrimonio compuesto por Walter y Gwendolyn Myers, que espiaron 30 años a favor del régimen cubano. Myers, trabajó por tres décadas en el Departamento de Estado, aceptó junto a su esposa, la responsabilidad de espiar para Cuba.
Los que favorecen estrechar relaciones con el castrismo, estadounidenses y cubanos, en el mejor de los casos, tienen una pésima memoria, son grandes ignorantes o hay algo más podrido en sus cerebros
Los espías cubanos tienen mucha sangre en sus manos. Manuel Hevia Cosculluela publicó en Cuba el libro Pasaporte 11333, donde confesó haberse infiltrado en la CIA y haber trabajado junto a Dan Mitrione en Uruguay, agente estadounidense asesinado por los Tupamaros, entrenados por el castrismo.
Se ignora cuánto habrá beneficiado al totalitarismo insular el embajador Víctor Manuel Rocha, no obstante, si es encontrado culpable debería ser sancionado con la mayor severidad por espiar a favor de una dictadura criminal y contra un país que le dio la oportunidad de servirle como embajador.
Es de suponer que el indiciado no sea el último como no fue el primero, si aceptamos la declaración del teniente coronel Chris Simmons, contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos, quien dijo en una oportunidad a The Miami Herald que, entre 9 y 18 meses después del desmantelamiento de la Red Avispa, el número de agentes y oficiales de inteligencia cubanos en la Florida había regresado a los niveles anteriores a la captura de esa tristemente famosa red de espionaje.
El peligro existe y existirá mientras el totalitarismo castrista gobierne en Cuba.
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