Falsos aliados

Estados Unidos, la república imperial más generosa y comprensiva de la historia, no puede resolver las complicaciones cubanas

Fidel Castro y el líder de la Unión Soviética, Nikita Jruschov, en la Plaza Roja de Moscú en 1963.
Fidel Castro y el líder de la Unión Soviética, Nikita Jruschov, en la Plaza Roja de Moscú en 1963. / Tass
Pedro Corzo

23 de febrero 2025 - 19:59

Miami/Es evidente que hay personas, sin importar talento o nacionalidad, que tienen una profunda inclinación a confiar en las promesas de terceros, o aún peor, sufren de una propensión a creer que alguien les sacará el cuello de la guillotina.

La realidad es que el ser humano, particularmente los que están en dificultades, tienden a chocar más de una vez con la misma piedra.

Históricamente no han faltado cubanos, venezolanos y nicaragüenses que comparten la certeza de que los regímenes de terror que sufren van a ser aplastados por el gran hermano estadounidense, sin asumir que este país, como es natural, va a actuar en base a sus intereses y no por necesidades de otros.

La historia está repleta de ejemplos en los que esas esperanzas fueron derrotadas por la realidad. Uno entre tantos fue la confianza depositada por los cubanos en Estados Unidos durante nuestra Guerra de Independencia, amistad frustrada con las conversaciones en solitario que Washington sostuvo con Madrid para solucionar el conflicto en detrimento de los derechos de los insulares, experiencia que se ha repetido varias veces en nuestra lucha contra el totalitarismo castrista.

Se nos olvida que los Gobiernos sin importar país o sistema tienen la potestad de categorizar a enemigos y aliados en base a sus intereses

Se nos olvida que los Gobiernos sin importar país o sistema tienen la potestad y prioridad de establecer alianzas y categorizar a enemigos y aliados en base a sus intereses y valores. Eventuales cambios y reformas sobre acuerdos previos serán productos de las interpretaciones de quienes detentan el poder.

Por supuesto que hacen falta aliados, pero no se pueden poner todos los huevos en una misma canasta ni confiar ciegamente en la buena voluntad del samaritano que nos ayuda, como le demostró la extinta Unión Soviética a Fidel Castro cuando le cerró la billetera de los subsidios millonarios.

Castro, un mendigo de vasta experiencia, se reinventó y diversificó la entrada de los recursos necesarios para sobrevivir. Una vez más, traicionó sus antiguos postulados y se alió con un gorila golpista como Hugo Chávez y se procuró inversionistas extranjeros, logrando que el Estado mendigo sobreviviera a sus numerosas quebraduras. Castro aprendió de sus aliados de la OLP y Hamás, palestinos que luchan contra el Estado de Israel, que a través de los años han parasitado a incontables Gobiernos, que a su vez los han usado para su provecho.

Es un grave error importar la pólvora, entiéndase todo tipo de recursos. Quien posee la pólvora marca la pauta de la confrontación, incluido un final de la alianza a su conveniencia como hizo notar el presidente Barack Obama cuando retiró a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, restableciendo posteriormente las relaciones diplomáticas con la dictadura y absteniéndose de votar a favor del embargo que el Estado que el dirigía había impuesto al totalitarismo insular.

Son muchos los ejemplos negativos que testimonian lo grave que es depender de convenios de colaboración de una sola vía

Estados Unidos, en mi opinión, la república imperial más generosa y comprensiva de la historia, no puede resolver nuestras complicaciones. Washington, repito, tiene sus propios problemas y querencias propias de un Estado democrático, donde la gestión política responde a intereses contrapuestos y a la opinión pública, un equilibrio que el presidente Joe Biden mostró cuando entregó a Caracas al testaferro Alex Saab, sin quitarle el precio a la cabeza del dictador venezolano Nicolas Maduro, o cuando quiso satisfacer a sus aliados más radicales sacando la dictadura cubana de la relación de Estados patrocinadores del terrorismo.

Esto se repitió cuando el presidente Donald Trump envió un negociador a Caracas —sin quitar la recompensa para la captura de los autócratas venezolanos— para lograr la repatriación de seis estadounidenses detenidos en el país sudamericano. Pendiente está lo que suceda con la licencia de explotación otorgada a la petrolera Chevron, eso puede ser un indicativo importante de cómo serán las relaciones entre los dos países.

Son muchos los ejemplos negativos que testimonian lo grave que es depender de convenios de colaboración de una sola vía, o confiar que los aliados ideológicos por ese solo motivo están dispuestos a asistirnos, algo que pone en dudas que el comercio entre Estados Unidos y Nicaragua alcanzó en 2022 un récord de 8.304 millones de dólares, un incremento de casi el 22% en relación a 2021, aunque un gran ejemplo a apreciar será la ayuda o no que Estados Unidos preste a Ucrania que quiere ser libre como todos nosotros.

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