El gran error de Fidel Castro
Washington DC/Creo que el gran error de Fidel Castro, como de otros tantos que se perpetúan en el poder, fue no confiar en su pueblo, acostumbrándolo al paternalismo y mutilando las iniciativas de toda la sociedad. Él era el gran económico, el gran político, el gran artista, el gran Papá cercano a ser Dios del cual dependía todo un pueblo. Tal manifestación del ego, tendiente a mutilar la diversidad natural del amplio espectro humano, basado en un transparente complejo mesiánico, trajo como consecuencia una profunda crisis de valores en nuestra sociedad.
Ningún ciudadano nacido en Cuba a partir de 1959 con irrefrenables ideas propias encontró apoyo bajo el manto del gran Papá que prohibió las huelgas, los partidos o cualquier otra manifestación social que se alejara de los lineamientos del único partido imperante. La emigración y represión constante de libre-pensadores, durante varias décadas, nos ha dejado una sociedad huérfana.
Ya Papá no está, pero antes de partir se clonó en todas las instituciones legales de nuestra Isla. Todos los negocios, la política, el arte y la educación están en poder de dos o tres generales del ejército militar. Ahora cae sobre los hombros de la sociedad civil de Cuba, escasísima y estigmatizada, luchar con valentía para sembrar escasas pero fértiles semillas en esta árida tierra que nos dejó Papá.
Ya Papá no está, pero antes de partir se clonó en todas las instituciones legales de nuestra Isla. Todos los negocios, la política, el arte y la educación están en poder de dos o tres generales del ejército militar
De todos modos, junto a la consideración sobre las consecuencias de un prolongado Fidel, es también importante hacer referencia al papel de la sociedad civil. Primero se es, luego se piensa, luego se hace y luego se tiene, siendo evidente que para dar hay que tener. Para dar dinero, hay que tener dinero, para dar paz hay que tener paz, para brindar amor hay que guardarlo en el pecho y para dar libertad se la ha de poseer. La hipocresía es un ejemplo claro de dar lo que no se tiene. La lista de políticos que hablan de paz y tienen ejércitos, de artistas que hablan de comunidad sin conocer el servicio y de líderes que hablan de pureza guardando semillas de tiranía en su corazón, es larga.
En esta lista estamos la mayoría de nosotros, por lo que no puedo hablar del futuro de mi Isla y no inmiscuir al mundo. Sí, veo un futuro, pero, ¿qué futuro llega tal y cual se planea? El futuro está en la vigilancia de nuestros actos presentes, no existen estrategias garantizadas, mas está comprobado que el obrar sincero de quien no puede vivir sin honra deja profundas huellas en la historia.
Es cierto que en mi país la falta de democracia es mayúscula, pero no es más cierto que la capacidad de obrar en libertad que habita en la voluntad del hombre. Cuando echamos la culpa de nuestros problemas a personas y situaciones exteriores a nosotros regalamos nuestro poder. Si la raíz del problema no está en nosotros, el poder para resolverlo tampoco. No creo que sean tiempos para esperar por plataformas democráticas que el Gobierno no tiene interés en crear, por eso mi más profundo respeto a la sociedad civil cubana que, bajo golpes y detenciones arbitrarias, decide tomar la rienda de la libertad en sus manos, y sí, están creando espacios democráticos aunque el Gobierno pretenda minimizarlos.
Cada pueblo tiene su forma de hacer historia según su cultura, en el caso del pueblo cubano quisiera hacer un pequeño resumen histórico. En las Guerras de Independencia del siglo XIX, cuando aún éramos colonia de España, había una minoría de luchadores por la libertad. Sólo cuando desfilaron triunfantes por las calles se sumó el pueblo. En el siglo XX hubo otras minorías que, hasta alcanzar la victoria, no obtuvieron el apoyo de la masa enardecida. Hoy, hay otra minoría, la cual la mayoría del pueblo ni conoce.
No creo que sean tiempos para esperar por plataformas democráticas que el Gobierno no tiene interés en crear, por eso mi más profundo respeto a la sociedad civil cubana
Tengo el privilegio de formar parte de esta sociedad civil, que además es pacífica y un día no muy lejano marchará triunfante. Ya el árbol de la Revolución cubana creció, dio sus frutos y murió mucho antes que Fidel. Cuando digo "murió" no lo hago poéticamente, los mismos fundadores de esta revolución terminaron bañados en la corrupción y los que no, son mantenidos, ya que trabajar honradamente en este país es imposible. Nuestros padres frustrados son el ejemplo del futuro que nos espera si seguimos apoyando a esta revolución vacía. Los jóvenes de hoy ven un ejemplo a seguir en un mesero de hotel, en un guía turístico o en una balsa en el mar, los ingenieros y los maestros hoy son vendedores callejeros de cualquier cosa que se escabullen de la policía para poder vivir. Los que quedan estudiando alguna carrera tienen claro que en Cuba no será su futuro. Diariamente salen varios aviones desde varias provincias del país repletos de cubanos que no piensan volver.
Sólo veo esperanzas en lo que seamos capaz de hacer, si queremos democracia, es hora de tener democracia en nuestros hogares, si queremos prosperidad es hora de crear sindicatos y sociedades independientes, si queremos libertad, es tiempo de caminar con la cabeza erguida propagando a los cuatro vientos un grito emancipador. Todo esto es ilegal en Cuba, pero es auténtico e inherente al alma, y sólo la sociedad civil ha sido capaz de cargar esta cruz y aguantar el estigma. Es la sociedad civil actual la portadora del legado de Félix Varela y José Martí, y no me asombra que sea calumniada, perseguida y temida por muchos. Los muchos se sumarán después junto a los calumniadores y perseguidores que desde tiempos inmemorables se mueven en manadas sin conocer aún lo que es ser humano, único, diverso y creador; todo lo que una manada no es.
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