El igualitarismo es injusto
Miami/El fascismo y nazismo fueron derrotados en la segunda Guerra Mundial. El comunismo y el socialismo presuntamente lo fueron en la Guerra Fría, pero mutaron a un nuevo ismo político: igualitarismo. En Igual es Injusto Don Watkins y Yaron Brook argumentan que el igualitarismo moderno resulta un regreso al fracasado comunismo por parte de intelectuales comprometidos todavía con el socialismo y gobiernos como los de Cuba y Venezuela.
El igualitarismo supone la creencia de que las personas son, o deberían ser, iguales en determinados aspectos, por ejemplo política o económicamente. Los igualitaristas plantean que no existen diferencias relevantes por las que una persona pueda tener más acceso a algo que otras personas. Los autores argumentan que una distribución desigual de ventajas es injusta y debe remediarse mediante acción coercitiva del gobierno.
La mayoría de los estadounidenses cree que las desigualdades de riqueza son justas si son resultado legítimo de sacrificios y esfuerzos productivos
Las reformulaciones igualitaristas contemporáneas defienden eliminar las desigualdades económicas. Los igualitaristas, como el economista americano John Roemer, preconizan que la sociedad compense a las personas su falta de talentos naturales. Utilizando modernas técnicas econométricas, Roemer y sus colegas reconstruyen el marxismo con nuevos fundamentos analíticos.
La mayoría de los estadounidenses cree que las desigualdades de riqueza son justas si son resultado legítimo de sacrificios y esfuerzos productivos.
En cambio, los igualitaristas no creen que las personas exitosas merezcan crédito por sus éxitos. Su éxito es producto de la suerte. Tuvieron suerte de nacer inteligentes, o diligentes, o de padres preocupados o mentores que les inculcaron valores éticos de trabajo. O tienen suerte por destacarse en deportes o ser capaces de correr más rápido o saltar más alto. Según visiones igualitaristas, Según la percepción igualitarista, los individuos exitosos son los "ganadores de la lotería social" porque recibieron "regalos" como la inteligencia, el talento o la ambición.
Consiguientemente, la sociedad no debe recompensarlos por tener suerte. En nombre de la justicia la sociedad tiene el derecho, y el deber, de privarles de los resultados materiales de su éxito para compensar por su mala suerte a los fracasados.
Establecer igualdad económica exige abandonar la igualdad política para que el Gobierno disponga a la fuerza del tiempo, riqueza y esfuerzo de otros. Pero o somos iguales políticamente o no lo somos. Nadie debe tener menos derechos políticos por ser pobre, pero tampoco debe tener sus derechos menguados por ser rico.
Los igualitaristas consideran la desigualdad económica inherentemente injusta
La idea de igualdad de oportunidades es, a primera vista, atractiva para muchos, porque apela a nuestro sentido de justicia. Pero consideremos adónde nos lleva esta noción.
Los igualitaristas no solamente están preocupados, como debemos estar todos, con eliminar las barreras legales al éxito. Quieren también uniformar nuestros puntos de partida en la vida. Suena bien, ¿pero qué conllevaría? ¿Coincidimos con los igualitaristas, por ejemplo, en que como padres no se nos debe permitir proveer a nuestros hijos con algunas oportunidades favorables, como mejores escuelas, tutores, viajes al extranjero, vacaciones, libros, a menos que los hijos de los demás tengan las mismas oportunidades? De acuerdo con la filosofía igualitarista, estaría mal incluso que los padres lean libros a sus hijos, porque eso podría dar a los pequeños una ventaja injusta en la vida.
La suerte juega un papel en nuestras vidas, pero lo que realmente cuenta no es la suerte que tengamos, sino lo que hacemos con ella. Consecuentemente, para promover el éxito debemos enfatizar la libertad. Los igualitaristas consideran la desigualdad económica inherentemente injusta, pero la principal exigencia de justicia es que se respete la libertad de los demás.
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Nota de la Redacción: José Azel es investigador senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami y autor del libro Mañana in Cuba.