Lo que todos debemos evitar
Miami/Vivimos tiempos complejos. El mundo está lleno de problemas, unos más graves, otros menos. Vivimos en el siglo XXI de la Era Cristiana, unos rodeados de confort y maravillosas tecnologías y otros viviendo como pobres siervos de la edad media. Vivimos en un mundo donde millones de personas disfrutan de todos sus derechos y libertades, otros millones solo de algunos derechos y libertades, y otros muchos millones sufren bajo regímenes que violan todos o casi todos sus derechos y libertades. Vivimos en un mundo donde hay personas muy nobles, humanitarias y dulces y otros criminales y locos como los del ISIS, o los regímenes de los Castros y Corea del Norte.
Vivimos en un mundo donde muchos ciudadanos de la primera potencia del mundo libre, y por suerte del planeta, afirman que nunca pensaron llegar a unas elecciones presidenciales con dos candidatos tan polémicos. Otros creen que tienen magníficos aspirantes a la Oficina Oval que les representarán muy bien dentro y fuera de sus fronteras. Vivimos en un mundo donde un Papa pronuncia elogios sobre un estalinista como Fidel Castro y un Obispo cubano dice que quiere un ¨socialismo que prospere¨, en una nación donde tenemos el peor capitalismo, el que sí es capitalismo malo, el de una familia y sus generales, dueños de todo y de todos. Vivimos en un mundo donde otros Obispos y Pastores no olvidan que Cristo fue perseguido y murió en la cruz y que el mal se enfrenta con dignidad y coraje.
Vivimos en un mundo donde un Papa pronuncia elogios sobre un estalinista como Fidel Castro y un Obispo cubano dice que quiere un ¨socialismo que prospere¨
Vivimos en un mundo muy complejo y los medios de prensa libre nos lo confirman todos los días. Y en medio de tantas complejidades, los cubanos tenemos las nuestras. De las peores que pueda vivir pueblo alguno en el planeta. Vivimos bajo un régimen solo comparable con el de Stalin y Corea del Norte, comparación que molesta más a los cínicos y cobardes agentes del castrismo que a los mismos Castros. Nuestro pueblo vive sin derechos y en la más profunda miseria. Miles escapan arriesgando sus vidas en busca de libertad y oportunidades en otras tierras. Y lo peor, contra toda lógica, mientras EEUU, la Unión Europea y otros actores, se esfuerzan en ayudar a Cuba a salir del lamentable estado en que el castrismo la ha sumido, Raúl Castro hace todo lo contrario a lo que en ciertos momentos fingió estaba dispuesto a hacer.
En la medida en que EE UU y la Unión Europea se muestran más generosos con el régimen de los Castros, estos más reprimen, más golpean, más encarcelan, más torturan, más asaltan y más roban a los opositores pacíficos que luchan por la democratización del país y el respeto a los derechos humanos. Con el incremento de sus acciones represivas, conociendo el compromiso de la UE y EE UU con los derechos humanos, el régimen no solo daña cada día más a su pueblo, también se burla de estas potencias del mundo libre, a las que les crea una negativa imagen de débiles y/o insensibles ante los desmanes de una dictadura.
En momentos en que, en vez de avanzar en la apertura económica, el régimen castrista más bien acosa, controla excesivamente y explota a quienes intentan salir adelante como cuentapropistas; en momentos en que en vez de demostrar mayor respeto por el sentir del pueblo y por sus derechos fundamentales, y respeto por sus interlocutores extranjeros, la dictadura de los Castros arremete con más fuerza contra el movimiento opositor, Guillermo Fariñas, Carlos Amel Oliva Torres y otros miembros de la Unpacu protagonizan una ya larga y muy peligrosa huelga de hambre con la intención de llamar la atención sobre los excesos del castrismo y buscando ponerle límites a su infame proceder.
En la medida en que EE UU y la Unión Europea se muestran más generosos con el régimen de los Castros, estos más reprimen, más golpean, más encarcelan, más torturan, más asaltan y más roban a los opositores pacíficos que luchan por la democratización del país
Todos necesitamos evitar que estos valientes y abnegados cubanos pierdan la vida. Lo necesitamos quienes les queremos y admiramos, lo necesitan las personas de bien, lo necesitan las Iglesias llamadas a actuar como ¨Buenas Samaritanas¨, lo necesitan los gobiernos de EE UU y la Unión Europea que dialogan con el régimen castrista, y sobre todo, lo necesita Raúl Castro, quien ya demasiado daño ha causado y en los momentos en que vivimos no le conviene que se desencadenen hechos que puedan hacerlo terminar, en vez de en un final cómodo para él y su familia, en tribunales internacionales y en condiciones como en las que terminó Slobodan Milosevic, el dictador Serbio.
Quienes queremos y admiramos a los huelguistas venimos haciendo ingentes esfuerzos para convencerlos de que suspendan las huelgas de hambre y sed. Ellos, con demasiadas razones a su favor y con unos principios y un honor muy escasos en nuestros tiempos, se niegan a poner fin a sus huelgas sin ver alguna demostración positiva de parte del régimen castrista. Los huelguistas solo piden que el régimen cumpla con sus propias leyes. O ¿Acaso las leyes del régimen autorizan golpear, asaltar y robar a ciudadanos pacíficos que no han cometido delito alguno? Recordemos las brutales golpizas, constantes, contra activistas esposados a las espaldas, las torturas y los robos hasta de los alimentos y los libros de nuestros niños.
Para que nuestra petición a los huelguistas, de que depongan las huelgas de hambre y de sed, puedan dar un buen resultado, ayudaría mucho que la Iglesia Católica, el Gobierno de EEUU y la Unión Europea, a través de autorizados funcionarios, se comunicasen con quienes arriesgan sus vidas por una causa justa y les expresen su preocupación por sus vidas y les hablen de las gestiones, que sin dudas deben estar realizando, ante el régimen castrista, para que este ponga fin, o modere, sus incivilizados procedimientos.
Ya el Gobierno de EE UU y representantes de la Unión Europea han manifestado su preocupación por la vida de los huelguistas, otros destacados políticos y personalidades lo han hecho también. A todos les estamos muy agradecidos. Los días pasan, la dictadura no da la más mínima muestra de regular voluntad y las vidas de estos dignos cubanos se va apagando lentamente. Aunemos esfuerzos para convencerlos de que depongan sus huelgas y también para presionar para que el régimen modere su despreciable conducta. La muerte de más cubanos en huelga de hambre, por justos reclamos, es lo que todos debemos evitar.
El autor es Coordinador de la Unión Patriótica de Cuba, Unpacu.