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¿Qué legitima a un gobierno?

Miembros de la Junta militar que derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. (Archivo Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/ CC)
José Azel

19 de junio 2017 - 09:39

Miami/Pregunta capciosa: ¿qué legitima a un gobierno? La mayoría tomaremos inmediatamente la respuesta democrática de que la legitimidad de un gobierno se asegura por el consentimiento popular en alguna forma de dictamen mayoritario.

Pero si respondemos basándonos exclusivamente en la mecánica de un procedimiento de votación, la mayoría de los gobiernos son ilegítimos. Según el Índice de Democracia 2016 de The Economist Intelligence Unit, solamente 19 de 167 países estudiados pueden considerarse completamente democráticos. También es importante recordar que Adolf Hitler y otros déspotas recibieron votos mayoritarios.

Además, si el consentimiento del pueblo es lo determinante en la legitimidad de un gobierno, eso demanda preguntas políticas como: ¿debemos hacer negocios o tener relaciones diplomáticas con gobiernos ilegítimos? O más filosóficamente fundamentales: ¿se requiere democracia para que un gobierno sea legítimo?

Según el Índice de Democracia 2016 de 'The Economist Intelligence Unit', solamente 19 de 167 países estudiados pueden considerarse completamente democráticos

Aquí enfrentaré solamente la pregunta normativa fundamental: ¿qué legitima a un gobierno? No me refiero a la autoridad del gobierno. Los gobiernos despóticos ejercen la autoridad sin ser legítimos.

La teoría moderna del "consentimiento de los gobernados" para la legitimidad del gobierno comienza con el filósofo británico John Locke (1632-1704), que argumentó en su Segundo Tratado que ningún gobierno es legítimo sin el consentimiento de los gobernados, y ese consentimiento solamente puede ser expresado mediante una decisión mayoritaria. Entonces, si un gobierno viola derechos fundamentales -Locke se preocupaba fundamentalmente de los derechos de propiedad-, el pueblo tiene derecho a reemplazarlo. Menos de un siglo después, los conceptos de Locke se reiteraron en la Declaración de Independencia de EE UU.

Una fuente mucho más antigua de legitimidad gubernamental es el derecho divino de los reyes: un mandato donde el cielo concede al gobernante el derecho a gobernar, como en las dinastías o monarquías. La dinastía saudí, que gobierna Arabia Saudita desde el siglo XVIII, es un ejemplo contemporáneo.

El concepto utilitario de "consecuencias beneficiosas" es otra filosofía utilizada para legitimar gobiernos; en este caso, en base a su utilidad. Según este criterio, la legitimidad del gobierno depende de su capacidad para fomentar la felicidad de la ciudadanía.

El gobierno dictatorial del general chileno Augusto Pinochet se muestra a menudo como ejemplo del argumento de "consecuencias beneficiosas". Pinochet asumió el poder mediante un golpe de Estado que derrocó al gobierno socialista democráticamente electo de Salvador Allende.

El gobierno militar de Pinochet implementó políticas de liberalización económica que lograron lo que fue descrito como el "milagro chileno", que convirtió al país en la economía con mejores resultados en América Latina durante la mayor parte de la década de los 90. Bajo esta teoría, un buen resultado, cualquiera que sea su definición, crea las bases de legitimidad, y no se necesita democracia para legitimidad política.

Otra fuente propuesta de legitimidad del poder es gobernar por virtud o carisma. En el sistema confuciano de jerarquía moral, se supone que el emperador es el hombre más virtuoso del planeta. Según Platón, razón y conocimiento constituyen la base para reclamar legitimidad política, y solo los filósofos deberían gobernar, por su capacidad para entender racionalmente.

Sin legitimidad el gobierno ejerce el poder injustificadamente y no hay obligación de obedecerle

Los Estados comunistas, incapaces de legitimar su gobierno mediante el consentimiento de los gobernados, defienden ingeniosamente que su legitimidad surge de la lógica de la ideología marxista. La doctrina es la fuente comunista de legitimidad, haciendo innecesario el consentimiento de los gobernados. Una forma de razonamiento circular donde el gobierno legitima al gobierno.

La legitimidad es vital para justificar el uso por el gobierno de poderes coercitivos y establecer nuestra aceptación a obedecer. Sin legitimidad el gobierno ejerce el poder injustificadamente y no hay obligación de obedecerle. Solo las autoridades legítimas crean obligación de obedecer. La legitimidad debe ser independiente de cualquier doctrina política, derecho divino, carisma, virtud o consecuencias.

La legitimidad de un régimen no gira necesariamente alrededor de las teorías mencionadas, sino en si ese régimen protege nuestros derechos naturales. El rol del gobierno es crear y mantener una sociedad que respete los derechos. El gobierno que no proteja nuestros derechos es ilegítimo. El único gobierno legítimo es aquel que protege nuestros derechos individuales, incluyendo nuestro derecho a consentir en ser gobernados.

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José Azel es Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos. Su último libro es Reflexiones sobre la libertad.

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