La morriña de los tronados
Debo reiterar mi convicción que los Castro nunca fueron marxistas, asumieron esa ideología porque el Kremlin y el Partido Comunista soviético pagaban las cuentas y amenazaban con sus misiles
Miami/No hay propuesta política o ideológica que no tenga sus perjuros, cuestión en la que el totalitarismo castrista, paradigma de proyectos fracasados, aunque duraderos, tiene una cosecha extraordinaria, con la particularidad que algunos de sus negados siguen enganchados en la nostalgia del anhelo de volver a ser lo que fueron.
El poder por modesto que sea debe ser muy gratificante. Estos sujetos dijeron y creyeron que habían abandonado las ideas que defendían y el Gobierno que apoyaron con toda la responsabilidad que eso implica. Sin embargo, asentados en el amplio prado del capitalismo, con mucho pasto disponible, siguen empecinados en arcaicas fórmulas económicas, sociales y políticas que han demostrado hasta la saciedad ser un fracaso.
Paradójicamente, mientras tenemos marxistas en el exilio empecinados en difundir ideas contrarias a la libertad y los derechos ciudadanos, las cárceles cubanas están repletas de hombres y mujeres, jóvenes en su mayoría, nacidos después de que Fidel Castro declarara a Cuba socialista, en 1961. Esta juventud se opone a la dictadura del proletariado, que por ser dictadura debería ser rechazada por cualquier persona con sentido común, pero estos titulados profesores siguen defendiéndola desde sus reclinables universitarios.
Cuenta, que algunos admiten que el castrismo fue un fracaso por su propia dinámica, impuesta y caracterizada por Fidel Castro
Después de fracasar en Cuba y otros tremedales identificados con el socialismo o el marxismo, siguen defendiendo propuestas vencidas y admirando personalidades que participaron en la gestión del proyecto que naufragó.
Admito que no me había dado cuenta de esta realidad hasta que hace unos días, compartiendo con un gran amigo que ocupó posiciones importantes en el entramado ideológico del castrismo, me llamó la atención sobre antiguos compañeros suyos que rompieron con el totalitarismo insular sin dejar de añorarlo.
Me comentaba que, a pesar de haber sido una ruptura sincera, seguían pensando que el marxismo es una solución seria para los problemas de la humanidad y que en cierta medida recuerdan los tiempos en que su relativo protagonismo les permitió dejar alguna marca. Gestión de la que no han desistido en los magisterios que imparten.
Antes que todo, debo reiterar mi convicción que los Castro nunca fueron marxistas, asumieron esa ideología porque el Kremlin y el Partido Comunista soviético pagaban las cuentas y amenazaban con sus misiles. No obstante, estoy persuadido de que el marxismo insular hubiera resultado en igual fracaso que la propuesta castrista, como ha sido el balance en todas las partes y tiempo donde las ideas del hombre de El Capital se han impuesto. Realidad que al parecer estos supuestos arrepentidos están impedidos de apreciar.
Estos sujetos, decía mi amigo, se confiesan marxistas y siguen proponiendo el socialismo como respuesta a los problemas. Cuenta, que algunos admiten que el castrismo fue un fracaso por su propia dinámica, impuesta y caracterizada por Fidel Castro, digo yo, lo que deja apreciar que, si algunos renegaron del castrismo y no del marxismo, no faltarán quienes defienden el totalitarismo por fidelidad al máximo líder.
La economía cubana bajo el castrismo siempre ha sido un desastre y el período en el que Rodríguez García fue ministro no fue una excepción
Sin embargo, es apropiado reconocer que no son los bastardos del marxismo o de Fidel Castro los únicos que siguen confundidos. Hay miles de personas de distintas profesiones y de probado talento que continúan comprometidos en la defensa de propuestas que se ha demostrado hasta la saciedad, salvo para aquellos que no quieren ver ni escuchar, que son injustas e inapropiadas por ser contrarias a la naturaleza humana.
Esta situación se aprecia hasta en instituciones vinculadas a la Educación como la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Lasa, considerada como la organización de profesionales más grande del mundo, que acaba de otorgar el premio 2024 a la Excelencia al economista cubano Jose Luis Rodríguez García, ex ministro de Economía de Cuba de 1995 a 2009, “por su inmensa contribución al desarrollo del pensamiento económico cubano y su amplia producción intelectual con aportes significativos a la historia económica de Cuba y su desarrollo”.
Si es cierto eso de que por sus frutos los conoceréis, ¿cuáles han sido los frutos de este señor? La economía cubana bajo el castrismo siempre ha sido un desastre y el período en el que Rodríguez García fue ministro no fue una excepción. En consecuencia, todo parece indicar que los frustrados del castrismo, pero adoradores del marxismo, premian el pasado que vivieron, aunque lo hayan abandonado.