Los prejuicios de un banco de sangre
Miami/Aún lo veo con su pelo negro, ensortijado, y una gran moña cayéndole sobre la frente, su piel color canela y su amplia sonrisa, que me regalaba sin el mayor esfuerzo. Era mi amigo inseparable de la ESBEC 16 de Isla de La Juventud, donde cursábamos el octavo grado. He olvidado su nombre pero su cara y su pena no se me borrarán jamás.
Se burlaban todo el tiempo de él porque era amanerado, porque al correr sus brazos parecían de trapo. Me contaba que se le hacía imposible dormir una noche entera, que le orinaban en la cara y lo acosaban en las duchas. Sus padres habían acordado becarlo para que se hiciera hombre.
Al regreso de los pases (vacaciones) venía peor, no encontraba paz ni en la escuela ni en su casa, sino solo cuando podíamos sentarnos lejos de todos a conversar y a reírnos. A mediado de los años 70 su condición era un martirio. No encontraba cabida en la escuela y yo sufría su calvario.
A mediado de los años 70 su condición era un martirio. No encontraba cabida en la escuela y yo sufría su calvario
Hoy leo la noticia de que en el Banco de Sangre Provincial de Sancti Spíritus, detrás del buró de la recepcionista, se exhibe un cartel que deja claro que en Cuba hay segregación. El cartel reza: "Hay conductas y actitudes individuales que las leyes no prohíben, pero que pueden constituir un riesgo de transmisión de enfermedades a quienes las practican. Se recomienda a estas personas autoexcluirse y abstenerse de donar su sangre. Entre ellas están: practicar el homosexualismo, practicar el bisexualismo, practicar la promiscuidad sexual [...]" Y concluye: "Si estás en alguna de estas situaciones: ¡Autoexclúyete!”Como un flash me vino la imagen de mi amigo a la memoria: El paseo dominical en el transporte escolar hasta la presa El Abra que hizo muy callado y recostado en el cristal; y luego el momento en que quedó sumergido en las aguas sin poder ser hallado, y su asiento vacío de regreso al plantel. Ahora me pregunto: ¿Cómo en, pleno siglo XXI, pueden mantenerse conceptos tan erróneos que prohíban a alguien, por su condición sexual, realizar una labor enaltecedora como es la de convertirse en donante? Preocupa que una institución perteneciente al Ministerio de Salud Pública tenga criterios errados con respecto a los comportamientos e inclinaciones que se manifiestan en la sexualidad humana.
¿Cómo en, pleno siglo XXI, pueden mantenerse conceptos tan erróneos que prohíban a alguien, por su condición sexual, realizar una labor enaltecedora como es la de convertirse en donante?
Víctor González, licenciado en enfermería y subdirector del Centro, asegura que la campaña solo busca orientar a la población sobre los requisitos de salud que los donantes deben reunir para que su sangre sea utilizada.
Se creyó por mucho tiempo que los homosexuales eran los culpables de la aparición y expansión del VIH, pero estudios científicos se han encargado de desmentirlo. Si bien es cierto que es más frecuente en hombres que en mujeres, ya se sabe que se debe a la falta de protección en el momento de las relaciones sexuales.
Además, los primeros contagios comenzaron en África y se dieron entre personas heterosexuales, lo que demuestra, que el Sida no tiene rostro. Para algunos expertos en la materia, una persona promiscua es aquella que tiene más de dos parejas en el año y esto se ajusta tanto a homosexuales, bisexuales, heterosexuales o transexuales.
La forma en que encontramos placer no es de la incumbencia de nadie, mucho menos de un Banco Provincial de Sangre que debe mantener su excelencia haciendo cumplir una serie de pasos que van desde la detección en el servicio primario de la salud de quienes pueden donar de forma voluntaria, hasta los análisis de las muestras para corroborar la calidad y tipo de sangre, sea quien sea el individuo.