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Reflexión sobre una esperanza malograda

Uno de los tanques soviéticos T-34, utilizado por Fidel Castro para montar el teatro de su participación en combate. (Prensa Latina)
Pedro Corzo

24 de abril 2023 - 19:24

Miami/Han pasado muchos años desde la expedición de la Brigada 2506 a Cuba, el 17 de abril de 1961, con el resultado de que la mayoría de la juventud de la ínsula desconoce ese trascendental suceso de nuestra historia y, aún peor, sufren de una desinformación al respecto que afecta seriamente su juicio, lo que conduce a una conclusión errada.

Lo primero que hizo el castrismo fue acusar a los expedicionarios y a quienes los apoyaron de traidores por asociarse a una nación extranjera, Estados Unidos, para atacar a su país de nacimiento.

Falso: el traidor fue Fidel Castro, que prácticamente desde el momento que asumió el gobierno se vinculó estrechamente a la extinta Unión Soviética, convirtiendo a Cuba en una plataforma del Kremlin, lo que obligó a la oposición a buscar aliados para combatir a enemigos poderosos que no dudaban en implementar las prácticas más brutales.

La alianza entre los dos países se concretó con la masiva presencia de asesores soviéticos en la Isla. Los efectivos castristas combatieron a los expedicionarios con armas rusas, subametralladoras PPsh-41, morteros de 82mm y obuses M1938 de 122 mm, y los aviones de la Brigada enfrentaron el fuego antiaéreo del M1939 de 122 mm. Los rusos estaban en Cuba antes que los expedicionarios armados por Estados Unidos desembarcaran.

No debemos pasar por alto que, mientras los expedicionarios llevaban cinco tanques Sherman M-41, las huestes castristas contaban desde 1960 con más de un centenar de tanques soviéticos T-34, uno de ellos, el que utilizó Fidel Castro para montar el teatro de su participación en combate, una noticia falsa, porque esa foto fue después de la batalla según numerosos testigos.

Los que se incorporaron a la Brigada 2506 fueron hombres ejemplares, y muchos de ellos, como Rafael Cabezas, Jorge Gutiérrez Izaguirre, Emilio Martínez Venegas y Luis González Lalondri, después de conspirar en la Isla contra el incipiente totalitarismo, solo la dejaron para incorporarse a una expedición armada en la que podían perder la vida.

El movimiento clandestino en contra de la dictadura estaba presente en todo el país y, de un extremo a otro de la Isla, en llanos y montañas, operaban grupos guerrilleros prácticamente sin armas

Aún más, fuera de Cuba tuvieron la oportunidad de rehacer sus vidas y, al contrario, la pusieron en peligro. No faltaron adolescentes, como Frank de Varona, de 17 años y estudiante en Estados Unidos, que se sumaran a la patriótica expedición.

Esos jóvenes de hoy desinformados deben conocer que en esos momentos en Cuba se luchaba arduamente por la libertad. El movimiento clandestino en contra de la dictadura estaba presente en todo el país y, de un extremo a otro de la Isla, en llanos y montañas, operaban grupos guerrilleros prácticamente sin armas ni municiones.

Por su parte el régimen no perdió tiempo. Consciente del peligro, ordenó el arresto de más de 250.000 personas y usó los estadios deportivos del país como campos de concentración, antes de que el dictador Augusto Pinochet empleara el Estadio Nacional de Chile con igual propósito. No lo duden, en abusos y violaciones a los derechos humanos, el castrismo tiene la primicia en nuestro continente.

El totalitarismo nunca ha subestimado a sus enemigos. Movilizó a millares de sus efectivos sin perder un minuto, hizo otro tanto para enfrentar el desembarco, a la vez que inicio varias jornadas de fusilamientos en la que cayeron algunas de las más notables figuras de la resistencia de aquellos años, Alberto Tapia Ruano, Virgilio Campaneria, el comandante Humberto Sori Marín y Rogelio González Corzo, en una lista sumamente larga.

Es cierto que la derrota de los expedicionarios fue dura para la oposición interna de la época, generando una gran desesperanza e inseguridad, pero eso no es responsabilidad de los combatientes, sino de las autoridades estadounidenses que, después de elaborar una estrategia y disponer recursos, decidió retirar la ayuda. Como afirma el escritor José Antonio Albertini, "no se puede hacer la guerra con pólvora importada".

Quizás para algunos investigadores fue un error la asociación con Estados Unidos, que, como es razonable, siempre va a actuar en función de sus intereses, no de sus aliados, pero la oposición cubana no tenía otra alternativa, puesto que los Castro se habían sometido a Moscú y contaban con su respaldo.

Sin embargo, para el pesar del castrismo, ni las ejecuciones ni la derrota de la guerrilla y de la Brigada 2506, por falta de recursos bélicos, han vencido el espíritu de libertad de la mayoría de los cubanos: en la Isla, se sigue bregando por la libertad, como lo evidencia el creciente número de prisioneros políticos, reportados por varias ONG como Prisoners Defenders.

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