La reunificación familiar que no piden
Miami/El sufrimiento de las familias cubanas separadas por las restricciones estadounidenses y el estrecho de Florida es real y afecta a miles de personas, y es justo y necesario apoyar a la reunificación familiar. El lobby pro castrista pretende culpar a Estados Unidos y a los cubanos libres por lo que es producto de las arbitrariedades de la Plaza de la Revolución, su desastrosa política económica y la falta de derechos humanos en la Isla.
La meta real no es la reunificación de la familia cubana, en cuyo caso los que piden al presidente Biden que elimine las restricciones a "los viajes familiares" le pedirían también a Raúl Castro que permita las visitas a la Isla de los médicos que decidieron quedarse en el extranjero. Lamentablemente, ni los empresarios del Grupo de Estudios Cubanos, ni los 82 congresistas, de los 435 miembros de la Cámara de Representantes, que se han dirigido a Biden, le piden a Raúl Castro que haga posible esa reunificación. Ni que, como había prometido con la eliminación de la tarjeta blanca, le permita viajar a los cubanos que anhelan abrazar a sus seres queridos en el extranjero, pero que a punto de abordar un avión con todos los documentos en regla descubren que están regulados y no pueden salir del país.
¿Sería mucho pedir que, como lo logró con Fulgencio Batista aquella cubana llamada Lina Ruz, el general Castro decrete una amnistía de presos políticos para dar fin a la separación de esas familias?
¿Sería mucho pedir que, como lo logró con Fulgencio Batista aquella cubana llamada Lina Ruz, el general Castro decrete una amnistía de presos políticos para dar fin a la separación de esas familias?
Las peticiones a Biden no se limitan al levantamiento de las restricciones de viajes. Por el contrario, son todo un entramado que incluye una argumentación falsa sobre la inclusión del Gobierno cubano en la lista de países promotores del terrorismo. Quieren dar la impresión de que el retorno de Cuba a esa lista se debe a una arbitrariedad de Donald Trump, aunque Cuba ha estado incluida en esa lista infame desde 1982 (en tiempo de Ronald Reagan) y durante siete Administraciones, tanto demócratas como republicanas. Barack Obama retiró a Cuba de la lista al final de su Presidencia, en 2015, a insistencia de Raúl Castro, sin conseguir que extraditara a los asesinos y terroristas estadounidenses buscados por el FBI que viven protegidos en la Isla.
La Administración de Biden no debe repetir ese error y debería utilizar la fórmula que justificó eliminar a Sudán de esa clasificación: Sudán aceptó su responsabilidad por actos terroristas y decidió compensar a sus víctimas.
La naturaleza terrorista del régimen no se debe ignorar. Desde sus inicios, ni Fidel, ni Che Guevara fueron muy discretos sobre su apoyo al terrorismo. El Che, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo dijo claramente: "Fusilamos y seguiremos fusilando", y en otra ocasión recomendó el uso del "terror revolucionario". Fidel amenazó a Estados Unidos en el teatro Carlos Marx, el 6 de junio de 1976: "Si el Estado cubano optara por desarrollar actos terroristas, por responder con terrorismo a los terroristas, estamos seguros de que seríamos unos terroristas muy eficientes... Que nadie piense lo contrario. Si decidimos ser terroristas, no hay dudas de que seremos muy eficientes. Pero el que la revolución cubana nunca haya recurrido al terrorismo no significa que hemos renunciado a ello... Que esto sirva de advertencia".
La Habana nunca ha retractado esas declaraciones.
En el Capitolio y el Departamento de Estado no ignoran que lo que quiere el régimen de La Habana son créditos que nunca pagará, como ha ocurrido con todos sus acreedores
También, en el pedido de eliminar las restricciones de viajes, los simpatizantes del régimen cubano acusan a Washington de la escasez de comida y medicinas, reclamando "el levantamiento del bloqueo". Hablan como si Cuba no comprara anualmente cientos de millones de dólares en medicinas y alimentos al contado a Estados Unidos, incluyendo toneladas de pollo congelado.
En el Capitolio y el Departamento de Estado no ignoran que lo que quiere el régimen de La Habana son créditos que nunca pagará, como ha ocurrido con todos sus acreedores. El Grupo de Estudios Cubanos y los cabilderos del régimen saben que las remesas sin limitaciones subsidian miles de soldados cubanos en Venezuela y la Seguridad del Estado en la Isla. El presidente Biden debería exigir que las organizaciones internacionales y la diáspora cubana puedan distribuir ayuda humanitaria a sus destinatarios en la Isla.
La noche no será eterna y cuando termine esta pesadilla no habrá necesidad de hacer reclamos a Gobiernos extranjeros para terminar con la separación de la familia cubana.
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