Una salida económica para el actual desastre cubano
Miami/La hecatombe causada por el huracán Irma en Cuba me hace pensar en la urgencia de una posible salida económica para la Isla. La falta de liderazgo y el abandono de las autoridades, sumado a la omisión de Raúl Castro, no auguran nada bueno al sufrido pueblo cubano. Antes de pensar en una salida económica habría que pensar en una salida política. Es necesario liberar la fuerza de trabajo individual, la inventiva y el capital para inversiones productivas, lo que difícilmente se puede imaginar bajo el régimen castrista. Sin embargo ésta es mi propuesta.
Estados Unidos comercializa su gasolina mezclada con un 10% de etanol, con intenciones de elevar la mezcla hasta un 15%; Brasil lo hace con un 25%. EE UU produce unos unos 56.000 millones de litros de etanol por año, de los cuales exporta cerca de mil millones. Cuba, montando nuevas plantas de producir etanol procedente de la caña de azúcar –similar a las plantas brasileñas– podría producir en torno a 3.785 millones de litros de etanol –valorados en unos 1.500 millones de dólares– en las más de 300.000 hectáreas de tierra ociosa, más otras 490.000 hectáreas sembradas de caña con muy bajo rendimiento agrícola.
Según mis cálculos, las nuevas fábricas productoras de etanol cubanas producirían además unos 1.000 megavatios de electricidad durante la mitad del año, que representa cerca del 30% de la generación nacional actual, ahorrándose la importación de 670.000 toneladas de petróleo –que Cuba no produce– dejando de erogar unos 350 millones de dólares. Hay la tierra, el conocimiento, la tecnología y la posibilidad real de producir un combustible que EE UU compraría a buen precio, si fuera en beneficio de la población y no de la dictadura que hoy la oprime.
Cuba podría producir en torno a 3.785 millones de litros de etanol en las más de 300.000 hectáreas de tierra ociosa
Cuba podría activar este plan produciendo en paralelo unos dos millones de toneladas de azúcar en la industria que ha quedado en pie, contando con que la producción de etanol se haría en nuevas fábricas dedicadas exclusivamente a producir etanol y electricidad.
Uno de los problemas principales de la Isla es que, además de no fabricar nada interesante, su producción carece de valor en el mercado internacional. EE UU, con vistas a consolidar una Cuba democrática, seguramente compraría con gusto su etanol, un producto de alto valor. Para Cuba vender etanol sería como vender gasolina a buen precio, porque se mezcla con la misma en proporción de 10 a 1 y según la experiencia brasileña, tendría un 70% del precio de la gasolina.
Con la producción simultánea de etanol, azúcar y energía eléctrica (ahorrando petróleo) el volumen monetario anual producido en este plan sería del orden de los 2.600 millones de dólares, dando trabajo productivo a no menos de un millón de cubanos, hoy desempleados e improductivos. Este plan incentivaría otras industrias subsidiarias de la azucarera, como la industria mecánica, el transporte, la construcción, proyectos, investigaciones y un largo etcétera, que iniciaría la espiral virtuosa y productiva en otros órdenes que Cuba necesita –junto al turismo– activando su economía en aspectos básicos como la agricultura, el comercio y otras industrias.