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'The New York Times' publica un anuncio mentiroso a favor del régimen cubano

Anuncio pagado en 'The New York Times' en favor del régimen cubano, el pasado domingo. (Cubadebate)
Frank Calzón

05 de octubre 2022 - 17:37

Miami/El periódico The New York Times acaba de publicar un anuncio que pide al presidente Joe Biden que responda afirmativamente al mensaje del Gobierno cubano pidiendo el levantamiento de las sanciones económicas durante seis meses "para que Cuba se pueda reconstruir después del ciclón".

El texto contiene un catálogo de falacias y medias verdades.

No es cierto, como asegura, que el embargo obstaculice la compra de materiales de construcción. Cuba compra todo lo que quiere en países alrededor del mundo. El problema es que países que le han perdonado deudas millonarias al régimen se niegan a seguir extendiendo créditos que La Habana no pagará.

Una de las consecuencias del embargo estadounidense es que Cuba puede comprar en los Estados Unidos al contado, como hace con las toneladas de pollo congelados que importa de Nueva Orleans. De lo contrario, el contribuyente estadounidense, como los españoles, franceses, argentinos y otros, hubieran acabado subsidiando al régimen.

En cuanto a los apagones y el desastre de las plantas termoeléctricas en la Isla, pretender que se deben al huracán Ian es, para decirlo diplomáticamente, faltar a la verdad. Desde hace más de treinta años, los lectores de Granma se informan en qué barrios, qué días y a qué horas se iba a suspender el servicio eléctrico.

Ignorando el análisis de los expertos, utilizaron en las termoeléctricas petróleo de producción nacional, que lamentablemente tiene un alto contenido de azufre, y el resultado es la crisis energética

A los cubanos familiarizados con las locuras de Fidel Castro, como la Zafra de los Diez Millones y la clausura de la mayoría de los centrales azucareros que habían hecho posible el desarrollo espectacular del país por dos siglos, no pueden decirles que los apagones se deben al ciclón ni al bloqueo yanqui.

Hace muchos años, Fidel mandó recoger las cocinillas de queroseno, los fogones de gas y de carbón, y obligó a la población a comprar hornillas eléctricas para reemplazarlas. Se aumentó el costo de la electricidad. Fidel dio clases en la televisión a las amas de casa cubanas sobre las ventajas de las cazuelas eléctricas de presión.

Ignorando el análisis de los expertos, utilizaron en las termoeléctricas petróleo de producción nacional, que lamentablemente tiene un alto contenido de azufre, y el resultado es, como en el caso de la casi desaparecida industria azucarera, la crisis energética, con o sin ciclones.

El anuncio alega que el presidente Donald Trump reincluyó a Cuba en la lista de gobiernos que facilitan el terrorismo internacional porque Cuba fue sede de las negociaciones de paz colombianas. Pero no dice que el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos, durante años, ha ofrecido miles de dólares por información que lleve a la captura de terroristas estadounidenses refugiados en la Isla. Entre ellos, Joanne Chesimard (alias Assata Shakur), extremista afroamericana que cumplía una cadena perpetua cuando se fugó de prisión y, al ser detenida por conducir a alta velocidad en una carretera de Nueva Jersey, asesinó a sangre fría al patrullero. Su caso no es el único.

¿Y qué decir de la sugerencia de que Washington debe dejar de basar su política hacia Cuba en el paradigma de la Guerra Fría? Baste señalar que, aun para los amigos de La Habana en Washington, es imposible ignorar el papel de la propaganda del régimen en favor de la guerra criminal del presidente Vladímir Putin en Ucrania. La Habana fue una del puñado de dictaduras que votaron en contra de suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y trató de que no se emitiera la comparecencia grabada ante la Asamblea General al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que no podía asistir por motivos evidentes.

La Administración Biden ha denunciado todo lo anterior, mientras la Plaza de la Revolución se apresta a enviar "voluntarios" a Ucrania bajo las órdenes de oficiales rusos.

La falta de vivienda, aunque ha sido empeorada por el ciclón, es básicamente el resultado de más de 60 años de falta de mantenimiento de los edificios donde viven los cubanos

Hay más, pero aun así el presidente Biden no debe ignorar el pedido del régimen, según el anuncio pagado en The New York Times. Si el presidente quiere ayudar al pueblo cubano debe ofrecer establecer un canal humanitario con las siguientes condiciones:

1. Que la ayuda esté claramente marcada "Obsequio gratis del pueblo de Estados Unidos al pueblo cubano. PROHIBIDA LA VENTA".

2. Que la ayuda sea distribuida en Cuba por personal de la Cruz Roja Americana y la Agencia para el Desarrollo Internacional, y que ambas puedan monitorear después sobre el terreno el impacto de la ayuda sobre la población.

De no ser así, es posible que ocurra igual que hace años, cuando un cargamento de medicinas y alimentos que iba a distribuir la Iglesia católica en la Isla fue reembarcado para Haití, porque algunas madres cubanas en la Florida habían escrito en las cajas "Con amor de sus hermanos exiliados en Miami". Algo similar al cargamento de ayuda humanitaria de Cuba Decide, confiscado en el Puerto de Mariel en 2020, en plena pandemia.

No es cierto que las sanciones obstaculicen la reconstrucción de Cuba después del huracán Ian, porque los apagones y la falta de servicio eléctrico a través de la Isla anteceden por años al ciclón Ian. La falta de vivienda, aunque ha sido empeorada por el ciclón, es básicamente el resultado de más de 60 años de falta de mantenimiento de los edificios donde viven los cubanos. Según las prioridades del régimen, se gastan millones de dólares en la construcción de hoteles de lujo para extranjeros, mientras las viviendas, los acueductos, el alcantarillado y las infraestructuras en general del país se han deteriorado desastrosamente.

Otra vez están haciendo invisibles a las víctimas de la represión en la Isla, mientras tratan de lavar el rostro del violador de los derechos humanos

El anuncio lamenta la destrucción de la producción tabacalera, apuntando que 5.000 granjas han sido destruidas. Pero no dice que esos campesinos, si se atreven a vender su tabaco a los cubanos y no al monopolio del Estado, son condenados a prisión, como otros en la misma situación por atreverse a vender sus pollos, su arroz o la leche de sus vacas.

El presidente Biden debería ordenar a la Administración que implemente sus promesas de proveer servicio de internet gratuito para el pueblo cubano. Y si La Habana rechaza el ofrecimiento de Biden, Washington debería liderar una coalición internacional de Naciones Unidas para suspender a Cuba del Consejo de Derechos Humanos, como se hizo con el régimen de Vladímir Putin.

Los verdaderos amigos del pueblo cubano en el Congreso de Estados Unidos, que son una mayoría, deberían dirigirse inmediatamente a Biden para asegurarse de que el presidente no haga oídos sordos al reclamo de miles de manifestantes en toda Cuba, que no gritan en contra del embargo norteamericano, sino a favor de su propia libertad. Por hacerlo, de manera pacífica, hay un millar de jóvenes presos en las cárceles tras el estallido social del domingo 11 de julio de 2021.

Los patrocinadores del anuncio pagado, así como los editores del periódico The New York Times, son cómplices al omitir este detalle. Otra vez están haciendo invisibles a las víctimas de la represión en la Isla, mientras tratan de lavar el rostro del violador de los derechos humanos.

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