Carta abierta a la señora Cristina Escobar, periodista cubana
Santa Clara/Señora Cristina Escobar, hoy vi en el noticiero del mediodía su comentario respecto del debate sobre la despenalización del aborto en Argentina. Quisiera poder trasmitirle mi opinión sobre su comentario.
Como no nos conocemos me presento. Soy el Padre Wilfredo Leiter Juvier, cubano, sacerdote católico, y encargado de la Catedral de Santa Clara. Tengo 39 años de edad y 11 de sacerdote. Estudié en el Seminario San Carlos y San Ambrosio, lo cual es uno de mis sanos orgullos personales, espero sepa por qué. Aunque no comparto casi ninguno de sus criterios, sí aprecio su labor como periodista, porque revela que Ud es una persona inteligente y capaz. Y estoy casi seguro que al menos tenemos dos cosas en común. La primera la puedo asegurar de mí e intuir de usted un profundo amor por esta tierra que llamamos patria. La segunda, un compromiso en conciencia con la verdad, que nuestras respectivas profesiones nos exigen.El periodismo y el sacerdocio tienen eso en común.
Como no puedo saber si usted tiene fe o no, entonces no opinaré desde esa plataforma, porque no tiene sentido un diálogo en el que no haya de principio algunas claves de entendimiento. Por tanto le hablaré desde un lenguaje común, el de la razón, desde la cual nos podemos entender todos los seres humanos.
Primero quiero decirle que soy muy consciente de las sombras y defectos históricos de la institución a la que pertenezco y sirvo, la Iglesia católica. Soy suficientemente racional como para no ocultar innecesariamente los pecados de 2000 años de historia, hacerlo sería tonta ingenuidad en la era de la información. Pero al mismo tiempo le digo que me siento profundamente orgulloso de ella y que la amo con equilibrada pasión. La misma objetividad que me hace conocer sus pecados, me hace ver sus virtudes, que, en honor a la verdad, son muchísimas más. Por tanto sería innecesario que me responda sacando a la luz las viejas sombras de la Inquisición, la Conquista, las Cruzadas… o las nuevas como la pederastia de los sacerdotes, o la corrupción de algunas estructuras, etcétera. Todo lo que esas miserias puedan tener de condenable, créame, yo también lo condeno. El amor no me ciega, pero los pecados de la Iglesia me ayudan a amarla con más realismo.
El amor no me ciega, pero los pecados de la Iglesia me ayudan a amarla con más realismo
Y ahora, al punto que me interesa. No pude dejar de notar en sus palabras de hoy cierto tono exaltado, rayano en lo agresivo. Muchas otras personas notaron lo mismo. Eso lo puedo entender, yo también me exalto a veces; cosas del carácter. Pero tenga en cuenta que la gran mayoría de sus telespectadores no tienen acceso a otro punto de vista sobre el tema, por lo tanto no se pueden hacer de una opinión medianamente objetiva, por lo cual no les queda más remedio que creer su opinión, sin poder confrontarla con otros medios. Ellos no tienen cómo saber, por ejemplo, que la diferencia numérica entre los dos grupos manifestantes era en verdad tan abismal a favor de los proaborto como usted dijo. Yo puedo asegurarle que tengo información distinta a la suya y usted no tiene como dudar de eso.
Su afirmación de que la postura de la Iglesia está respaldada en su mayoría por hombres que nunca han tenido un embarazo, perdóneme, la encuentro tonta para alguien de su nivel. Cualquiera sabe que en la Iglesia las mujeres son mayoría aplastante, y aunque los obispos y sacerdotes detentamos la autoridad en esta institución, quienes respaldan la postura provida lo hacen con libertad de conciencia: mujeres, hombres, familias enteras. Sepa que cuando la Iglesia defiende la opción provida, no lo hace en primer término por una cuestión que nace de la fe, sino de la realidad objetiva y científicamente comprobable, que es esta: desde que el espermatozoide fecunda el óvulo de la mujer hay una nueva vida distinta de la de la madre.
Su afirmación de que la postura de la Iglesia está respaldada en su mayoría por hombres que nunca han tenido un embarazo, perdóneme, la encuentro tonta para alguien de su nivel
Genéticamente eso es absolutamente innegable, y el resultado final después de los meses de la gestación, así lo corroboran. Si alguien encuentra algún científico que niegue esto, me atrevo a dudar de su inteligencia y de su seriedad, y por tanto de su competencia como profesional. Los que lo hacen en público, como el Ministro de Salud de Argentina, responden más a intereses ideológicos y políticos, que a la verdad científica objetiva.
Encuentro totalmente fuera de lugar por tanto basar el aborto en el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. Ese derecho lo tenemos todos. El feto no es parte de su cuerpo, es un cuerpo distinto al suyo, es otra vida que merece respeto y sobre todo cuidado, por ser indefensa. Porque si alguien hay indefenso e inocente es el niño que no ha nacido aún. ¿Usted negaría eso? A la mujer que quiera que los derechos sobre su cuerpo sean respetados, la invito a pensar que también tiene el derecho de practicar una sexualidad responsable, y espero que usted entienda lo que eso quiere decir. No hay en eso ningún criterio machista, el hombre también está llamado a lo mismo. La sexualidad no es solo para el placer. El hecho de que gracias a ella surjan nuevos seres, así lo demuestra.
Si para sacar del vientre materno a un niño bastara con decir que el embarazo no es “deseado”, o no es “conveniente ahora”, ¿qué razón habría para no matar a un anciano que ya “molesta” en la casa por sus años y su chochera? ¿o por qué no eliminar a un hijo con parálisis cerebral que es como un vegetal en una cama? Si siguiéramos la lógica abortista llegaríamos bien lejos, desgraciadamente.
Lamento profundamente que una mujer quede embarazada como consecuencia de una violación. Entiendo el trauma que eso puede suponer. Pero también hay casos de madres-heroínas que han optado por su hijo aun en estas circunstancias, probando que el ser humano es fuerte y puede sobreponerse a muchas cosas. Y usted se preguntará: ¿por qué pedir a alguien un gesto altruista así? Pues porque la vida humana es un valor superior. ¿Negaría eso?
Es un criterio trasnochado ese de que de no aprobar el aborto, Argentina se sumiría en la oscuridad. Me parece uno de esos juicios sobre la Edad Media que cualquier historiador medianamente serio no se atreve a usar ya
Es un criterio trasnochado ese de que de no aprobar el aborto, Argentina se sumiría en la oscuridad. Me parece uno de esos juicios sobre la Edad Media que cualquier historiador medianamente serio no se atreve a usar ya. Sería todo lo contrario. Argentina va camino de sembrar oscuridad si el aborto es legalizado.
Toda opción contra la vida se aleja de la luz, de la luz de la recta razón y de la verdad. Desgraciadamente el mundo moderno es capaz de condenar el maltrato de un cachorro de animales y al mismo tiempo decir que matar un niño en el vientre es un derecho de la mujer. Pero ¿cómo confiar en los reclamos de las sociedades actuales? Se oyen cosas tan descabelladas como que en Holanda, que va a la “vanguardia”, hay movimientos que se manifiestan públicamente a favor de declarar la pederastia como una tendencia sexual lícita y aceptable. O en España, donde hay quien reclama derechos humanos para los chimpancés. No vaya a pensar que tengo nada contra los animales. Antes de ir al seminario estudiaba Veterinaria en la Universidad Central.
Desgraciadamente el mundo moderno es capaz de condenar el maltrato de un cachorro de animales y al mismo tiempo decir que matar un niño en el vientre es un derecho de la mujer
El hecho de que hay niños descuidados y maltratados en nuestras sociedades, por las calles, es cierto y doloroso. La invito a venir a Santa Clara para caminar por las calles y mostrarle casos así, incluso entregados a la prostitución por sus propias madres. Cuando viví ocho años en La Habana Vieja, durante mi seminario, eso era pan cotidiano en los alrededores. Pero eso no justifica el cortarles la vida antes de nacer para “evitarles este mundo lleno de maldad”. ¿Se atrevería a decir que el aborto es una medida de saneamiento social? La sociedad puede tomar otros caminos mejores, y la Iglesia colabora con eso allí donde la dejan. El ser humano es capaz de cosas más altas. No por gusto Martí creía “en la utilidad de la virtud”.
Termino apelando a mi experiencia personal. No soy padre biológico de nadie, no tengo esa dicha. Pero sí tengo la de ser padre espiritual de muchos, también de muchas mujeres que han abortado. Y tengo acceso a algo que usted no tiene, que es a la conciencia y al corazón de las personas que con libertad me permiten entrar. Le puedo asegurar que no conozco ninguna mujer que haya abortado, que no guarde eso en su interior como una carga pesada que le es difícil llevar. Si usted es madre, espero sepa comprender lo que eso significa. La mujer, y también el hombre, existen para dar vida, no para eliminarla. Sería como pedirle al sol que deje de alumbrar.
Piense que si puede leer estas palabras mías y tener acceso a los medios que yo no tengo para, como usted, expresar mi opinión, es por un hecho muy sencillo: su señora madre decidió no abortarla, optó por usted y seguro la amó.
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Nota del editor: esta carta fue previamente publicada en las redes sociales del sacerdote Wilfredo Leiter Juvier. La reproducimos con autorización del autor.