El verdadero juego
A aquel hombre le pidieron su tiempo.
Heberto Padilla
A 160 años del natalicio de Julian del Casal (1863-1893)
Al poeta disidente, ¡incorpórenlo!
Ese tiene mucho que aportar,
se inserta en el verdadero juego,
el juego que acabará triunfando
en contra de la debacle.
Su entusiasmo contagia a todos,
su mensaje está muy claro:
combatir la ignominia, lo tiránico, lo dictatorial.
Aunque no espera milagros,
sabe que con acción verdadera
se revertirá la insostenible vida.
El día lo dedica a promulgar nuevas ideas.
Siempre logra impactar a algunos.
¡A ese hombre incorpórenlo!
Pero los aguafiestas no tienen cabida.
Ese valiente dispuesto a todo,
en cualquier tiempo y circunstancia,
ha luchador por sus ideas.
Todo el tiempo su mente, fija
para evitar las catástrofes,
que guarda la historia reciente.
Ese hombre, el poeta
–incluso–
no es de ahora es de siempre.
Solo interpreta el ayer musical
para embellecer su alma.
Tararea, interpreta
himnos libertarios de ayer
e incluye consignas mambisas:
¡Al machete! y ¡Viva Cuba libre!
Abre su boca a todo dar
y sonríe por un nuevo amanecer,
pero esboza una mueca
ante el circo de payasos
que ahora se impone,
cuando los dóciles traidores
se confunden ante el amor
para propagar el terror aberrante.
Ese hombre sabe que los fusiles
moralistas están listos
y la gente sensata lo sigue
lo vitorea a viva voz
porque no se hinca ante la barbarie.
Y siguen los vítores
a todo pulmón,
como lo impone el momento.
A ese tipo,
a ese poeta,
a ese gran hombre,
¡incorpórenlo!
Tiene mucho que aportar
porque tiene hidalguía
y esta dispuesto a morir.
¡Incorpórenlo!