El coronavirus deja otra secuela: la caída del cabello
La caída del cabello podría ser la nueva secuela del coronavirus: eso es al menos lo que comienzan a señalar varios estudios y expertos sobre la materia a raíz de que, meses después de haber superado la COVID-19, numerosos pacientes hayan informado de casos de pérdida del cabello, en ocasiones de forma tan abundante que resulta alarmante.
En España, varios médicos y expertos en dermatología de hospitales de Madrid -una de las ciudades de Europa con más casos de coronavirus- avisaron ya durante el verano que se estaban disparando las consultas de pacientes que habían sufrido del coronavirus y que pocos meses después comenzaban a perder abundante pelo de forma aparentemente inexplicable, incluso después de haber superado otras secuelas del virus.
Es el caso de una paciente -a la que llamaremos por respeto a su privacidad "Lucía"- que al igual que otras personas que han sufrido de coronavirus padeció síntomas como debilidad, cansancio, dolores de cabeza, fiebre muy alta, tos y dificultad para respirar, entre otros; también comenzó a notar que perdía cabello: inicialmente no de forma alarmante, pero conforme pasaba el tiempo y los otros síntomas remitían, su alopecia se agravaba.
"Era demasiado, cabellos en la almohada, cada vez que me duchaba o me peinaba... Yo pensaba que me quedaría calva en pocos meses", cuenta Lucía, que inicialmente pensó que se debía al estrés o la debilidad causados por la enfermedad. Comenzó a tomar vitaminas para fortalecer el cabello, pero éste seguía cayéndose, lo que la alarmó aún más. Finalmente acudió a un especialista y ahora parece estar recuperándose, pero durante varios meses "lo pasé realmente mal" pensando que perdería todo el cabello, asegura.
Casos documentados por todo el mundo
Su caso no es sin embargo el único. Tras la irrupción de la primera ola de la pandemia en marzo-abril, pocos meses después comenzaron a surgir las primeras voces de personas que habían pasado por la COVID-19 y que notaban que el cabello se les caía demasiado; muchas de ellas recurrieron a las redes sociales para contar su experiencia tras haber pasado una enfermedad sobre la que, de hecho, aún se desconocen muchos aspectos.
Fue precisamente a través de una de las redes sociales más potentes del momento, Instagram, como una conocida actriz de Hollywood contó también su experiencia con el SARS-CoV-2: se trata de Alyssa Milano, famosa por sus papeles en conocidas series como "Melrose Place" o "Hechiceras", y que después de sufrir una terrible experiencia en abril con la COVID-19 -en la que asegura que se sintió tan mal que pensó que iba a morir- comenzó a mostrar a sus seguidores cómo era su día a día haciendo frente a la enfermedad del coronavirus.
A principios de agosto, Milano -que había estado hablando de las secuelas del virus- publicaba un video que se hizo viral en Instagram, en el que la actriz quiso mostrar a todos sus seguidores "lo que la COVID-19 le hace a vuestro cabello": en él se veía cómo pasando un simple cepillo por su cabello, Milano perdía grandes mechones de pelo. Su caso, aunque no era el primero, sí resultó ser el más conocido y sirvió para que se escuchara a otros pacientes que sufrían del mismo problema.
¿Cuántas personas sufren una caída del cabello tras pasar por el coronavirus? La cuestión aún está siendo estudiada por los expertos; no obstante un sondeo realizado en los Estados Unidos entre 1.700 pacientes de COVID-19 que han sufrido secuelas de larga duración, reveló que más de un tercio había experimentado una caída intensa del cabello entre 2 y 3 meses después de haber sufrido la enfermedad.
¿Qué hay detrás de esta pérdida del cabello?
Debido a que este virus y la enfermedad que causa, así como sus secuelas, aún son poco conocidos por la comunidad científica, todavía hay pocos estudios realizados sobre el tema y muchos ofrecen sólo resultados provisionales, dado que aún es pronto para conocer todas las implicaciones a largo plazo que tendrá el coronavirus para quienes han resultado infectados.
Algunos de los estudios que ya se han publicado relacionando la enfermedad del coronavirus con la caída del cabello proceden precisamente de Turquía; no es casualidad si tenemos en cuenta que este país se ha convertido en uno de los principales destinos mundiales para los injertos de cabello por la gran calidad de los tratamientos y su bajo coste. Es más, algunos de los mejores expertos del mundo en tricología y en trasplante capilar están en Turquía.
Uno de estos expertos es el Doctor Soner Tatlıdede, un prestigioso cirujano plástico formado en la Universidad de Harvard de Estados Unidos y jefe del equipo médico de Clinicana, una de las mejores clínicas de trasplante capilar de Estambul. Tras consultarle sobre esta cuestión, Tatlıdede nos confirma que están detectando muchos casos de pacientes que les consultan alarmados porque han sufrido la COVID-19 y, tiempo después, experimentan una pérdida del cabello alarmante.
Tatlıdede es uno de los que relaciona sin embargo -como ya hacen algunos estudios científicos- esta posible secuela del coronavirus con una patología muy conocida para quienes estudian los problemas del cabello: se trata del efluvio telógeno, un tipo de alopecia no relacionada con la genética sino con el estrés, y que se desata cuando una persona sufre un gran trauma físico o emocional, o también una enfermedad grave.
El efluvio telógeno podría ser la causa
Para entenderlo, lo que ocurre cuando nuestro organismo sufre algún problema grave que le supone una grave carga de estrés es que adopta un modo de "autodefensa" en el que trata de hacer frente al trauma intentando ahorrar energía y concentrando su actividad y sus recursos en las funciones principales: y una de ellas -claro está- no es la generación de cabello. Por tanto, no sólo se detiene su crecimiento, sino que se acelera su caída para "librarse" de él.
Lo curioso del efluvio telógeno es que, debido a la propia duración de los ciclos de crecimiento del cabello, no siempre es fácilmente diagnosticable porque pueden pasar varios meses desde que ocurre el hecho traumático que lo desencadena hasta que aparecen sus consecuencias. Esto es lo que explica sin embargo que los pacientes de COVID-19 no notasen inicialmente la pérdida de cabello, y que hayan comenzado a conocerse los primeros casos 2-3 meses después de haber sufrido la enfermedad del coronavirus.
Hay no obstante bastantes evidencias que apuntan a la "culpabilidad" del efluvio telógeno en esta cuestión; es más, muchos expertos coinciden en que existe una relación directa entre la gravedad de la COVID-19 y la cantidad de pelo que se va a perder posteriormente, de tal forma que son quienes han sufrido síntomas más graves de la enfermedad quienes experimentan meses después una mayor caída del cabello.
Otros especialistas en dermatología y tricología hacen por el contrario una diferenciación entre dos clases diferentes de efluvio telógeno causado por la COVID-19: por un lado estaría el de aquellos pacientes que efectivamente sufrieron la enfermedad y a los que tiempo después se les cae el pelo; pero también están quienes sin contagiarse por el virus, padecen efluvio telógeno simplemente por el gran estrés que les supone el miedo a resultar contagiados durante la pandemia, el confinamiento, la muerte de un familiar, la pérdida de empleo, etc.
¿Es permanente esta secuela en el cabello?
¿Cómo podemos saber si estamos padeciendo de una caída anormal del cabello? Lo cierto es que cuando aparecen patologías como el efluvio telógeno, no es difícil advertir que algo raro está ocurriendo. Para que nos hagamos una idea, una persona sana pierde de media unos 100 cabellos al día, dependiendo de su actividad diaria, su genética, la época del año, etc; pero el efluvio telógeno puede multiplicar esa cantidad por 5: de ahí que quienes lo sufren se alarmen fácilmente.
¿Está justificada esa alarma? Bueno, aunque es normal que al ver tantos cabellos sintamos cierto pánico, los expertos en la materia dejan algo muy claro: y es que se trata de un fenómeno temporal que raramente deja secuelas irreversibles. De hecho, los especialistas en tricología señalan al efluvio telógeno como un sistema de autoprotección generado por nuestro propio cuerpo cuya duración está relacionada con la causa que lo provoca.
Normalmente esa duración se prolonga unos 2-3 meses durante los cuales el cabello se caerá mucho más de lo habitual; en ciertos casos en los que el trauma o el estrés para el organismo se prologa en el tiempo, también lo hace la caída: es lo que ocurre por ejemplo en algunos pacientes que sufren de enfermedades graves como el cáncer. Pero lo importante es que la raíz del cabello, sigue viva.
Y esta es la clave de todo. Cuando vemos a personas que sufren de alopecia hereditaria, esto se debe a que la raíz de su cabello ha quedado destruida -normalmente por la acción de la hormona dihidrotestosterona (DHT)- y ya es incapaz de generar pelo de calidad; aquí sin embargo no ocurre nada de eso, la raíz sigue viva: pasado un tiempo, lo normal es que nuestro cabello vuelva a crecer; los cabellos caídos se sustituirán por otros nuevos, y en 5-6 meses todo habrá vuelto a la normalidad.
Queda mucho por investigar sobre el coronavirus
Es mucho aún lo que desconocemos sobre el coronavirus, no sólo sobre su contagio o su mismo origen, sino también sobre sus consecuencias: hay personas que tras contagiarse por el SARS-CoV-2 superan el virus con síntomas leves propios de un resfriado o una gripe, o incluso siendo totalmente asintomáticos; otros sin embargo ingresan en cuidados intensivos, o mueren.
A medida que se estudian los casos de pacientes que se han recuperado de la enfermedad, y pasa el tiempo desde la llegada de la primera ola de la pandemia en los primeros meses de 2020, también se van conociendo mejor todas sus secuelas, en qué porcentaje de pacientes se dan, y si éstas son permanentes o no. Lo mismo ocurre con la caída del cabello: normalmente el efluvio telógeno se da en mujeres, pero con la COVID-19 aparece también en los hombres... y no sabemos por qué.
Tampoco se sabe todavía por qué hay pacientes que tras sufrir la enfermedad pierden pelo, y otros no; de hecho, tampoco está claro si -además del efluvio telógeno- hay otros factores que provoquen la caída del cabello en los pacientes con COVID-19. Hay algunos estudios muy recientes que han llegado incluso a relacionar la calvicie con un mayor riesgo de sufrir los peores síntomas de la enfermedad. Queda mucho por investigar; mientras, tendremos que convivir con esta nueva secuela del coronavirus.