2016, esperar lo inesperado
La Habana/El actual primer secretario del Partido Comunista de Cuba cumple 85 años en 2016 y si fuera reelegido en el Séptimo Congreso, a celebrarse en abril, se estaría sentando un precedente inaceptable, pues esa edad solo es apropiada para dirigir un círculo de abuelos.
Aunque la Primera Conferencia del Partido, celebrada en enero de 2012, no se especifica un número para la edad límite en que un funcionario puede mantenerse en un cargo político o gubernamental, sí se estableció “definir los límites de permanencia por tiempo y edades, según las funciones y complejidades de cada responsabilidad”.
Como dicen en algunas películas, “no es nada personal” contra Raúl Castro, es que el país no necesita volver a pasar por las inquietudes de mediados de 2006, cuando la salud impidió que el entonces “máximo líder” continuara gobernando la nación.
En su discurso del Sexto Congreso, Raúl Castro advirtió que probablemente ese sería el último con la presencia de la generación histórica. En el Séptimo aquella advertencia cobrará mayor dramatismo. El riesgo que ahora corre ese grupo de octogenarios es que mientras más se demore en tener un relevo más probable será que sobrevenga una ruptura.
Cuesta trabajo creer que el Partido Comunista de Cuba no tenga un solo miembro menor de 65 años (incluso menor de 70), con la suficiente capacidad para asumir la dirección de la organización. Quizás no se trata solo de la preparación intelectual, indispensable para una “correcta aplicación de la teoría marxista leninista a la práctica revolucionaria”, ni de la experiencia acumulada en “el trabajo directo con las masas”, tampoco deben escasear virtudes como honradez, laboriosidad, capacidad para trabajar en equipo y otras que se demandan para estos casos. Lo más probable es que falte la confianza en que el ungido quiera ser un continuista. Basta mirar lo que ha hecho el propio Raúl Castro con el legado de su hermano para imaginar los cambios que introduciría un hombre sin tanto lastre.
Obviamente lo óptimo sería que el partido comunista renunciara a su hegemonía constitucionalmente obligatoria y que se abra la oportunidad a otras tendencias políticas, pero ese es otro tema.
El 2016 será terminal para Raúl Castro, al menos según el horóscopo chino, pues a partir del 8 de febrero concluye el año de la cabra, que es el signo bajo el que nació en 1931. Ahora comienza el año del mono, cuyo lema es “soy lo inesperado”.