¿Bastión o Bastilla?
A medida que se van conociendo detalles sobre el Ejercicio Estratégico Bastión 2013 van apareciendo dudas y preguntas.
Cuando el General de Ejército Raúl Castro Ruz, presentándose como Presidente del Consejo de Defensa Nacional, ordenó iniciar este entrenamiento, explicó (a mi juicio de forma imprecisa) que esto se hacía con el objetivo de estar preparados “para enfrentar diferentes acciones del enemigo”
Hasta el momento, ni él, ni ningún otro oficial o funcionario de alto rango, ha querido llamar por su nombre propio al enemigo, ni siquiera los periodistas que escriben sobre el asunto, quienes –como si hubieran recibido una orden- se han limitado a poner en boca de sus entrevistados frases como: “Hoy es un ejercicio, pero los yanquis son capaces de cualquier cosa…”; “haremos fracasar cualquier aventura imperial” o a lo sumo, alusiones a “nuestro enemigo histórico”
No es necesario introducir un micrófono secreto en los salones donde sesionaron el Puesto de Dirección del Órgano de la Seguridad y el Orden Interior o los Grupos de Trabajo o los Consejos de Defensa Provinciales, para saber que en esas instancias, cuando se hacen los planes para “conservar el orden interior” o “para evitar hechos vandálicos”, se habla directamente del nombre propio de otros “enemigos”. Allí ya se precisa qué hacer con los incómodos opositores, quiénes se ocuparán de capturarlos y a cuál sitio deberán ser conducidos, y en caso de que la cosa se ponga fea, cuales habrán de ser las medidas extremas a aplicar.
La muy mencionada doctrina militar cubana dice descansar en el principio de “La Guerra de Todo el Pueblo” que nada tiene que ver con la guerra de una parte contra otra parte del pueblo.
Una amiga filóloga me sopla al oído que Bastión y Bastilla están emparentados por la misma raíz etimológica. El 14 de julio de 1789 una multitud de parisinos asaltó la infame prisión. Ya los soldados ubicados en el Campo de Marte se habían negado a disparar contra la gente que avanzaba hacia la fortaleza no solo a liberar los prisioneros sino a apoderarse de municiones. El resto es historia conocida. La Bastilla cayó a manos del pueblo. Muchas de sus piedras, fruto de la posterior demolición, fueron usadas para construir el Puente de la Concordia.