"Buenos días para mis clientes"
Quizás porque la Agencia de pasajes de Ómnibus Nacionales de la calle 41 esquina a 30, en el habanero municipio Playa, es vecina de una sala de teatro, pudiera pensarse que lo que ocurre cada día a las 8 de la mañana es un performance para burlarse de varias cosas al mismo tiempo: la burocracia, el autoritarismo y especialmente el menosprecio a quien se denomina cliente, pero que no pasa de ser un usuario, más o menos subvencionado.
Lo cierto es que se trata de un ritual que se lleva a cabo en las oficinas de reservación de pasajes de la capital y cuyo propósito es orientar a los aspirantes a pasajeros para que se enteren de sus menguados derechos y de sus abrumadoras obligaciones.
Su salida a escena ocurre con puntualidad. Vestido sobriamente, perfectamente afeitado y pronunciando todas las letras de todas las palabras, el actor, o sea el segundo administrador de la Agencia, se coloca en una esquina a salvo del inclemente sol que a las 8 de la mañana ataca casi horizontalmente la fachada del edificio. Un discreto arete en su oreja izquierda le proporciona un aire de persona tolerante y comprensiva.
Pronuncia en voz baja la misma frase todas las mañanas. "Buenos días para mis clientes" y hace una pausa, muchas veces ensayada, porque él sabe que los que han quedado al fondo del tumulto no logran escucharlo y como todos quieren recibir sus "preclaras orientaciones" logra así dividir a su auditorio en el bando de los indisciplinados que no terminan de callarse y los obedientes que exigen silencio.
Sus clientes han pasado casi toda la noche en una cola con la intención de tener un lugar en la fila que les permita conseguir un boleto a otra provincia para la fecha deseada. Algunos avispados han llegado más temprano aún y se dedican a vender los turnos a los desprevenidos que se aparecieron a la hora de apertura.
"Buenos días para mis clientes", repite, casi condescendiente y entonces informa que hoy es sábado y en consecuencia la Agencia concluye su trabajo a las once y media de la mañana. "Nos corresponde vender los pasajes comprendidos entre el día de hoy y el 15 de agosto, y hablo de los pasajes de ida que se venden con 90 días de anticipación, porque como ustedes saben, los regresos se venden 105 días antes, o sea, desde hoy hasta el 30 de agosto".
Cada vez que dice "desde hoy" sabe que cumple con una formalidad porque en la vida real los que han amanecido en la oficina vienen a comprar un pasaje de Ida a cualquier sitio para el 15 de agosto y de regreso para el 30. Y porque todo el mundo sabe que sería un milagro que quedara algo para antes, mucho menos probable para hoy o mañana.Entonces dice algo que desesperanza a los presentes: "Como ustedes saben el sábado vendemos las mismas fechas que el viernes, de manera que ayer también estábamos ofreciendo para los mismos días que hoy. Y hoy les venderemos lo que quedó de ayer… si quedó algo".
Sin dudas este hombre es un comunicador profesional y sabe que debe hacer ciertas advertencias, por ejemplo explica a sus clientes que cuando se habla de pasajes de ida se refiere a los que salen de La Habana y que los de Regreso son aquellos que viniendo de otras provincias terminan en la capital. Se le nota respetuoso al decir "cuando se dirijan a la taquilla deben tener el dinero que les alcance para pagar el pasaje". Añade que deben pagar en moneda nacional porque aquí no se acepta el CUC y que si les falta un peso no se les podrá vender el boleto deseado.
De vez en cuando hace silencio y fulmina con la mirada a aquellos que se han atrevido a interrumpirlo, pero no se altera, se limita a recomendar que lo escuchen porque cuando estén frente a la ventanilla ya será tarde. Le parece necesario indicar a quienes le escuchan que cuando hablen con el empleado de la taquilla deben hacerlo por el agujero practicado en el cristal y que a la hora de informar la fecha deben decirlo con números, primero el día y después el mes. Para evitar lamentables confusiones. Precisa que junio es el mes 6, julio el 7 y agosto el 8.
Cuando cree haberlo dicho casi todo, el encargado de informar a los clientes hace saber que las prioridades o privilegios en la cola están debidamente reglamentados. "En primer lugar los impedidos físicos, con su correspondiente identificación (carné de impedido físico), los que solo vienen a reintegrar su pasaje porque se arrepintieron de viajar, los empleados y los internos (reclusos) que muestren su pase.
Consciente de la sensibilidad que se despierta ante una mujer con un niño en brazos o con una embarazada aclara que la Agencia no la contempla entre las prioridades y que eso es "un asunto de la cola". Ante los inocentes y sorprendidos espectadores confiesa: "algunas mujeres embarazadas o con bebés cargados en sus brazos vienen aquí y sacan pasajes para toda la familia, menos para ellas".
Finalmente el diligente empleado hace saber que solo se venden 4 asientos en cada carro y que si alguien ha pagado a un "colero" algún dinero por el turno debe saber que eso no le garantiza obtener el boleto.
Antes de despedirse se ofrece gustoso para responder cualquier pregunta, cosa que hace con amabilidad y conocimiento.
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