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La combatividad de nuestros adolescentes en la Finca de los Monos

Quizás esta anécdota sirva para comprender por qué los medios oficiales demoraron más de 24 horas en enterarse de los hechos de sangre ocurridos en el lugar

En la conferencia de prensa se iba a comunicar el programa de verano en la Finca de los Monos. / Silvio Hernández
Reinaldo Escobar

10 de junio 2024 - 14:23

Los recientes sucesos ocurridos en el centro de recreación conocido como la Finca de los Monos han desatado una ola de versiones, catastrofistas unas, triunfalistas otras, pero finalmente los medios oficiales han tenido que informar, tarde como siempre, sobre el hecho violento, donde ya se reconocen varios lesionados.

A punto de comenzar el verano de 1988, cuando todavía yo trabajaba en el diario Juventud Rebelde, a la sección que atendía a los niños y adolescentes me llegó una invitación a participar en una conferencia de prensa que ofrecería la dirección de la organización de Pioneros de Cuba. El tema central serían las actividades programadas para el período vacacional.

Con poco entusiasmo por lo aburrido del asunto acudí a cubrir la información. Allí se desglosaron los detalles de lo que parecía ser un plan bien planificado, valga la redundancia.

En una incidental hizo la observación de que en ese lugar a veces se producían altercados entre algunos "elementos antisociales" que usaban ese espacio para peleas de perros

Ante una pregunta de un colega, la joven que impartía la conferencia, miembro del buró provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas, hizo referencia a las actividades programadas en la Finca de los Monos. Le salía el entusiasmo por los poros y no dejaba de sonreír mientras describía cómo serían las carreras con sacos y otros divertidos juegos.

En una incidental hizo la observación de que en ese lugar a veces se producían altercados entre algunos "elementos antisociales" que usaban ese espacio para peleas de perros.

Entonces desperté de mi somnolencia y le pregunté: "¿Qué medidas de seguridad se van a tomar para impedir que estos ‘elementos’ afecten la tranquilidad de los pioneros?".

La amable funcionaria de la UJC sufrió una metamorfosis en su rostro y en sus gestos y, con el tono severo de un sargento de infantería, afirmó: "Nuestros pioneros sabrán enfrentar con actitud revolucionaria y combativa a esos elementos".

Hice un recorrido visual entre los colegas allí convocados para ver si alguien estaba dispuesto a portarse mal en aquella conferencia de prensa, pero no. Todos se dedicaban a transcribir en sus libretas de notas las "preclaras orientaciones" de la joven funcionaria.

Intenté ser moderado cuando le pregunté: "¿Y los padres de esos niños serán informados que sus hijos tendrán que enfrentarse allí con esos maleantes?".

"¿Y los padres de esos niños serán informados que sus hijos tendrán que enfrentarse allí con esos maleantes?"

Fue entonces la funcionaria la que hizo un recorrido visual sobre los rostros de mis colegas para ver si alguno se adelantaba a salirme al paso ante semejante provocación, pero no. Todos seguían anotando disciplinadamente en sus cuadernos. Su respuesta tuvo un tono amenazante: "¿De qué órgano de prensa es usted, compañero?".

Y el resto de la historia ya se lo pueden imaginar: regaño en la dirección del periódico y una imputación más para la lista de mis desviaciones ideológicas, que terminaron seis meses después con mi expulsión del periódico.

Quizás esta anécdota sirva para comprender por qué los medios oficiales demoraron más de 24 horas en enterarse de los hechos de sangre ocurridos en la Finca de los Monos, donde muchachos que quizás todavía sean pioneros se enfrentaban entre sí con una combatividad digna de mejores causas.

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