Mensaje al recluta que vigila a Luis Manuel Otero Alcántara
La Habana/Luisma querido:
La última vez que hablamos por teléfono te sugerí organizar una galería con tus obras bajo el título El día después. Sentí que te gustó la idea, entonces aproveché y dije de soslayo (como si no te estuviera insinuando que abandonaras tu segunda huelga de hambre): "Para eso hace falta que sobrevivas".
Poco tengo que agregar ahora que no te lastime, por eso prefiero, en la página 93 de este diario, dirigirme directamente a quienes te tienen preso.
La Habana, domingo 20 de febrero de 2022
Al recluta Pérez
Desde la alta garita que a menudo ocupas en un ángulo del muro perimetral observas el hermoso paisaje de una llanura interrumpida por tímidas colinas. Llevas un fusil. Tu misión es vigilar y estás autorizado a disparar a quien salga o entre sin permiso de esa penitenciaría de máxima seguridad.
Desde hace seis meses hay un preso incómodo en la cárcel de Guanajay. Tus jefes te han advertido que nadie puede hablar con ese hombre. Hace poco, un compañero tuyo fue interrogado y advertido por la contra inteligencia militar porque el hermano de su novia es periodista independiente. Lo supieron por una foto que la muchacha subió a su perfil de Facebook.
En esas fantasías que brotan del aburrimiento durante tus turnos de guardia, has imaginado que por la carretera avanza un comando que pretende rescatar al maldito preso; unas veces son marines yanquis con su parafernalia de guerra, otras una pandilla de delincuentes y en ocasiones te figuras que lo que viene es un variopinto grupo de "gente muy rara", como te han advertido que son los amigos del abominado prisionero.
Tienes la impresión de que Luis Manuel Otero Alcántara no es un artista, entre otras cosas porque nunca lo has visto en la televisión ni te hablaron de él en la escuela. Lo identificas como un hombre peligroso, muy peligroso, dotado de un súper poder que ni siquiera un Xman tiene, consistente en persuadir a las personas que se le acercan.
Si hubieras leído El Perfume, una novela escrita en 1984 por Patrick Süskind, tal vez compararías el poder de Luisma, como le llamamos sus amigos, con aquel que poseía Jean Baptiste Grenouille, que convirtió a quienes querían celebrar su ejecución en una plaza pública en participantes de una multitudinaria orgía.
Pero aquel personaje era malvado y mataba para engrandecer su poder. Tu prisionero cautiva con su bondad.
Nadie va a rescatar a ese preso en una acción suicida. La gente que daría la vida por él son bailarinas, pintores, escultores, poetas, músicos, periodistas, curadoras de arte, diseñadores de carteles. Darían su vida por él, pero no son capaces de matar a nadie. Eso los hace raros.
Las balas de tu fusil son inútiles ante lo que esta gente dispara.
Posdata:
Me dirás que debí dirigir esta carta a quienes metieron preso a mi amigo y a quienes se resisten a liberarlo, pero en ese caso me vería tentado a insultar a gente muy poderosa y eso es un delito en Cuba.
#DiarioParaLuisma día 93
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