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El dilema se repite

Reinaldo Escobar

17 de septiembre 2012 - 17:12

En medio de las asambleas de nominación de candidatos para las elecciones de circunscripción vuelve a suscitarse en los medios opositores la discusión sobre qué hacer el día que nos toque ir a votar. Las opciones son las siguientes:

Acudir como un ciudadano más al colegio electoral, leer la biografía de los candidatos propuestos y votar por el que consideremos conveniente.

Acudir al colegio electoral y depositar en la urna una boleta en blanco.

Acudir al colegio electoral y marcar la boleta con algún mensaje, lo que automáticamente anula la boleta.

No acudir al colegio electoral y ejercer el derecho a la abstención.

En la opción número 1 (que me atrevo a asegurar será la que más personas escojan) existe la subvariante de que en nuestro barrio algún opositor haya logrado saltar las barreras y se haya colocado en la lista de candidatos, en cuyo caso y sobreentendiendo que apoyamos al colega, ejercer el voto tendría otro significado.

En el caso de las opciones 2 y 3, estas no hacen ninguna influencia en los resultados electorales pues a la hora del conteo solo se tienen en cuenta las boletas válidas y solo si estamos presentes a la hora del escrutinio podremos conocer su número, pues la ley establece que el informe sobre el conteo se expone públicamente utilizando para ello una boleta sin usar, que no contiene ningún espacio para escribir el cómputo de anuladas o en blanco. Tampoco se desglosan las consignas anuladoras.

Quienes opten por la variante 4 deberán estar al tanto de que su nombre haya aparecido previamente en el registro de electores, pues es una práctica habitual que en los lugares donde se realizan estos listados no incluyan a quienes anteriormente no hayan asistido. Si el nombre no está en el registro la ausencia ni siquiera influye en los porcientos de abstención.

Como prueba inequívoca de la ya tradicional desunión del movimiento opositor, en estas elecciones de octubre tampoco habrá un consenso sobre cuál es la conducta de quienes no creen en el proceso, mucho menos será posible sacar la cuenta de cuántos de los que depositaron su voto por algún candidato lo hicieron por convicción, por pura formalidad o por miedo a marcarse ante los vigilantes del régimen. Todavía hay gente que cree que las boletas vienen numeradas o que hay una cámara en el cubículo o que se toman las huellas dactilares sobre el papel.

Me parece estar leyendo ya los titulares de Granma

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