Las Pancartas Invisibles
No tengo noticias de que en el último medio siglo alguien haya logrado llevar al desfile por el Primero de Mayo carteles con un mensaje “políticamente incorrecto”. No dudo que se haya intentado; incluso creo posible que con una buena dosis de ingenio algún valiente haya enarbolado un letrero con segundas o terceras lecturas. Para esta celebración, que tiene la proclamada intención de ser la más grande del mundo, me gustaría elevar (o ver) un cartón donde se leyeran mensajes como estos:
“Raúl: la tierra no está temblando, pero nosotros sí”
(Disponibles de todos los sectores laborales)
“Millonarios de todo el mundo, inviertan su dinero en Cuba. Prometemos no hacer huelgas ni reclamaciones salariales.”
(Obreros de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel)
“Los médicos tuvieron paciencia para esperar mejores salarios, nosotros también”
(Trabajadores de la Educación)
“No necesitamos sindicatos independientes para apoyar la Revolución” (Cuentapropistas cubanos)
“Ningún cambio en la moneda hará cambiar nuestra actitud ante el trabajo”
(Sindicato de Gastronómicos)
“No nos hacen falta fuentes alternativas de información. Con lo que dice Granma nos basta y nos sobra.”
(Unión de Periodistas Cubanos)
Y así hasta que nos dure la fantasía. La que no alcanzará será la suerte, para que textos de esta naturaleza logren saltar la barrera de “la vigilancia revolucionaria”.
También dudo –que me perdonen los valientes- que se pueda juntar la inmensa dosis de coraje necesaria, aunque sea para atreverse con estas sutilezas.
Sin embargo, estos juegos de palabras quedarían como chistes inofensivos, si en la tribuna tuvieran el don de leer lo que llevan en sus mentes los que marchan (sin contar lo que piensan quienes no asistirán). Si las pancartas invisibles de pronto (por un milagro) se materializaran, entonces serían otros los que empezarían a temblar.