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La pertinencia del diálogo hoy en Cuba

El cambio no está destinado a ser fraudulento porque su alumbramiento ocurra sobre una mesa de negociación

Conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC en La Habana, en 2016. / EFE
Reinaldo Escobar

29 de noviembre 2024 - 19:38

La Habana/En términos políticos una iniciativa puede ser conveniente pero inoportuna, y viceversa. También debe ser viable. En tales extremos oscila la propuesta para Cuba de un diálogo entre el Gobierno y la oposición.

Dos respuestas, desde bandos opuestos, se repiten frente a la propuesta de un diálogo:

"Inadmisible que los patriotas pro-democracia se sienten a conversar con los dictadores que decretaron que estaba dada la orden de combate para reprimir las protestas populares del 11 de julio de 2021".

"Inadmisible que los revolucionarios que defienden el socialismo y la soberanía de la patria frente a las agresiones del imperialismo se sienten a conversar con sus lacayos a sueldo".

Estas negativas cuentan con tantos simpatizantes en ambos lados que resulta muy difícil no darse por vencido, incluso antes de elaborar argumentos a favor del diálogo. 

Como las golondrinas, o como las gripes, de vez en cuando regresan al escenario de los debates estas ideas. Dos colegas de la prensa independiente, Luis Cino y René Gómez Manzano han abordado el tema recientemente. También en una entrevista publicada en este diario, con el periodista y escritor polaco Adam Michnik se tocó tan polémica cuestión, desde la perspectiva de un hombre que participó activamente en un proceso de transición a la democracia.

Para Cino, que reconoce que es poco probable que la dictadura quiera sentarse a conversar con sus opositores, "hay riesgos de que, ante la ausencia de otras opciones, vale la pena correr". Con la eventual ganancia de que el régimen le reconozca beligerancia a la oposición. Él cree que "la dictadura ve agotadas todas sus posibilidades, enfrenta la inminencia de un estallido popular de magnitudes incalculables y se le encima la  particularmente hostil Administración Trump, con el cubanoamericano Marco Rubio como secretario de Estado".

Esos nuevos aspectos evidencian la imperiosa necesidad de que finalmente ocurra "el cambio" que ha de ir más allá de las reformas cosméticas

Advierte Cino que "la oposición pro-democrática debe tener claro el rumbo, las metas a las que aspira. Para ello, antes que con el régimen, deben dialogar y ponerse de acuerdo, al menos en sus puntos básicos y demandas, con todos sus actores, tanto en Cuba como en el exilio". 

Por su parte, Gómez Manzano opina que Cino se apresura y que el momento de dialogar será más propicio "cuando en las filas del mismo Partido único llegan a ser mayoría quienes están conscientes de una verdad irrebatible: que el sistema es inviable e insostenible", pero que en este momento "ese aspecto esencial el que no se ve, ¡ni remotamente!, en Cuba".

A Manzano le parece un gran acierto llamar la atención hacia "la necesidad de negociar con el régimen". Solo que no con el que ahora mismo declara ser "continuidad", practica el más absoluto inmovilismo y se mantiene adherido al poder con una fruición que envidiaría una lapa".

Hace ya cinco años publiqué en este diario un extenso, detallado (y casi pretencioso) texto sobre este asunto donde advertía que "para hablar de diálogo, en el contexto de Cuba a inicios de los años 20 del siglo XXI, hay que blindarse, colocar todos los fusibles, asegurar la malla de seguridad y, de ser posible, pagar por adelantado un seguro de vida".

Lo único que ha cambiado desde entonces es que la dominante generación histórica se ha acercado más a su extinción, y que las condiciones de vida de la población y la capacidad productiva del país se han desplomado aún más. También entró en la ecuación el 11 de julio de 2021 y que en la casa del vecino se está instalando un equipo de gobierno que no tratará con paños tibios a la dictadura cubana.

Esos nuevos aspectos evidencian la imperiosa necesidad de que finalmente ocurra "el cambio" que ha de ir más allá de lo que pudieran traer "los cambios" o reformas cosméticas generadas por el régimen.

El cambio no está destinado a ser fraudulento porque su alumbramiento ocurra sobre una mesa de negociación. Como decíamos ayer "las alternativas frente al diálogo son: el derrocamiento de la dictadura de forma violenta (invasión extranjera, levantamiento popular, golpe de Estado), con su inevitable secuela de muerte y ruina; la mansa aceptación de lo que ocurre para esperar a que los herederos de los herederos, en un remoto futuro, hagan alguna reforma; o largarse de esta Isla para siempre".

Remedando los argumentos de Luis Cino hoy creo que, si estas siguen siendo las alternativas, vale la pena correr el riesgo de intentar un diálogo.

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