La tierra es del Estado… aunque no la trabaje
Reunido con un grupo de usufructuarios de tierras en la provincia de Artemisa, el señor José Ramón Machado Ventura, dando muestras de su capacidad política, se percató de que sus exhortaciones y llamados eran insuficientes y pasó directamente a las amenazas. "La tierra es del Estado", dijo, y aludiendo a los que no satisfacen las demandas remachó: "Se la quitamos sin mucha discusión".
En virtud de los decretos emitidos en 2009 y 2012, el país cuenta con 279.021 usufructuarios, quienes se ocupan de 1.403.940 hectáreas, lo que significa el 22% de la tierra en uso agrícola en el país, que según datos oficiales actualizados el pasado año asciende a 6.240.263,84 hectáreas.
Una buena parte de esa tierra, entregada a "personas naturales", se encontraba ociosa, y al decir de muchos, occisa. El marabú y otras yerbas las inundaban porque el todopoderoso Estado no había sido capaz de hacerlas producir.
Ahora, en medio de una auténtica guerra de precios, los dirigentes partidistas pretenden "convertir en práctica incorporada de todos los días el estricto control sobre el uso y tenencia de la tierra entregada en usufructo". Machado Ventura repite como un mantra que la solución del problema del desabastecimiento y los altos precios de productos agrícolas se centra en producir más, pero minimiza, o coloca en un segundo plano, el abastecimiento de insumos que requieren los productores.
Machado Ventura minimiza, o coloca en un segundo plano, el abastecimiento de insumos que requieren los productores
"Nos reclaman como si lo tuviéramos todo resuelto; el riego, el abono, los pesticidas y ni hablar de machetes y limas para amolarlos", comentaba Agustín López que solo siembra yuca y boniato porque son menos exigentes. Y concluye: "No somos magos, sino guajiros".
Cuando en la reunión de Artemisa salió a relucir el controvertido tema de los precios, el segundo secretario del PCC señaló que se evalúa la alternativa de fijar un límite máximo, o sea, "ponerle un hasta". La obsesión de identificar a los comerciantes particulares como inescrupulosos intermediarios está provocando la tentación de resucitar Acopio, esa inoperante entidad estatal que solo quiere comprar al campesino lo que está segura de poder vender y que en incontables ocasiones ha tenido la responsabilidad de perder toneladas de alimentos por dificultades en el transporte o a causa de una ineficiente planificación en la distribución.
Mientras tanto, en la capital, han desaparecido los carretilleros, que funcionaban bajo la regla de oferta y demanda, y se han puesto a funcionar 66 Mercados Agropecuarios Estatales (MAE), donde existe un listado de 37 productos, no siempre presentes, con precios topados. La intención es cubrir los 105 consejos populares de la ciudad. Una nota oficial anunciando esta medida la describe como "la recuperación de su estatus" de estas plazas que habían pasado a formas de gestión no estatal.