La última acrobacia de Julio Martínez
En el verano de 1991 el poeta y periodista Julio Martínez me pidió que hiciera el prólogo para un libro que él tituló “Acrobacia Roja poemas contra el oportunismo”. Para entonces él todavía trabajaba en el periódico Trabajadores y yo ya había sido felizmente defenestrado de Juventud Rebelde. Aquel cuaderno se imprimió en un mimeógrafo de la Unión de Periodistas de Cuba en hojas de papel gaceta. Para la presentación, que debería realizarse en la propia UPEC Julio invitó al poeta Raúl Rivero y todo hubiera podido realizarse si no hubiera sido por la “oportuna” intervención de Lázaro Barredo, a la sazón vicepresidente de esa institución, quien después de leer el contenido del poemario estimó inaceptable vincular a la UPEC, en aquel asunto.
Días después a Julio se le ocurrió lanzar el libro de una forma perfomática y fue así como nos colamos en el Pabellón Cuba y nos las ingeniamos para colocar una piñata llena de ejemplares enrollados de Acrobacia Roja. En medio de un pequeño grupo de cómplices avisados y frente a paseantes inadvertidos que tomaron la acción como una actividad oficial, invitamos a la gente a que halara los hilos y tomara su ejemplar.
Después Julio comprendió que era demasiado ingenuo culpar a los oportunistas de los problemas que padecíamos y junto a otros amigos fue de los primeros en inaugurar en Cuba el periodismo independiente. Aquello terminó en el exilio, donde él pudo imprimir otro libro sin tantas dificultades, aunque con menos emociones. Para entonces comenzó a llamarse a sí mismo Julio San Francisco, que es el nombre con el cual, me dicen, acaba de morir en España.