Los vertiginosos días de la ira
La Habana/Por estos días, muchos cálculos se han hecho sobre el tiempo transcurrido desde que Cuba y Estados Unidos rompieron relaciones diplomáticas. Los textos periodísticos han emulado entre ellos en la búsqueda de la cantidad de años, semanas y días exactos desde aquel 3 de enero de 1961. Sin embargo, ninguno ha aludido hasta el momento a que fueron 734 las jornadas transcurridas para que los dos países se enemistaran.
Ahora que con demasiada frecuencia se insiste en lo lento, complejo y difícil que será el proceso de normalización entre ambas naciones, uno tiene derecho a preguntarse cuál hubiera sido el resultado si entre el primer día de enero de 1959 y el tercero de 1961 los principales implicados en esta historia hubieran estado animados del mismo espíritu que los pone ahora a medir cada paso con serenidad, sin prisa pero sin pausa, y llevarlo todo de forma paulatina.
Resulta difícil también resistir a la tentación de calcular a qué velocidad pudiera ocurrir la normalización si en los próximos 734 días las iniciativas de uno y otro lado tuvieran el vértigo que se vivió entonces.
Si la armonía pudiera alimentarse con el mismo combustible que se atiborró la ira de aquellos días, pudiera aventurarse la fecha del 23 de julio de 2017 (justo cuando se están organizando las elecciones que concluirán con la toma de posesión de un nuevo Gobierno en 2018), para hacer un balance de lo que se haya avanzado.
Las cronologías son aburridas, casi nadie las lee completas. En esta que dejo aquí solo se incluyen algunos hechos que de una forma más intensa marcaron el curso de los acontecimientos. Solo se han usado fuentes oficiales del Gobierno cubano, Con toda seguridad faltan documentos, discursos, declaraciones y, sobre todo, acciones, muchas de ellas por desclasificar.