El Vladimiro Roca que conocí
La Habana/Conocí a Vladimiro Roca a mediados de 1963. En ese momento yo era un soldado-estudiante en la Base de San Julián ubicada en lo más occidental de Pinar del Río. Vladimiro era un piloto de Mig que nos llenaba de admiración con sus piruetas en el cielo de Cuba. Entonces él solo era “el hijo de Blas Roca” que compartía su status con Carlos Jesús Menéndez, otro piloto hijo del líder azucarero Jesús Menéndez.
Volví a tener noticias de Vladimiro en 1996 cuando se intentaba realizar el Concilio Cubano para poner de acuerdo a las filas opositoras. Un año más tarde junto a Martha Beatriz Roque, René Gómez Manzano y Félix Bonne firmó un documento conocido como La Patria es de Todos que le costó permanecer en prisión por cinco años en una cárcel de máxima seguridad. Hasta ese momento nunca había hablado con él.
En 2003 cuando me desempeñaba como Jefe de redacción de la revista digital Consenso le hice una entrevista en su casa. Solo a partir de ese momento pude conocer su calidad humana, su conocimiento de la realidad nacional y su auténtica disposición a trabajar por el futuro de este país.
La penúltima noticia que tuve de él fue su ingreso en un Hospital con un pronóstico pesimista
Luego terminamos por coincidir en diferentes eventos en Cuba y en el extranjero, donde pude percatarme de su fuerte carácter y su predisposición a defender sus criterios de forma valiente y en ocasiones desafiante.
Vladimiro se ha visto aquejado por las secuelas de lo que ha vivido en 80 años de vida. La penúltima noticia que tuve de él fue su ingreso en un Hospital con un pronóstico pesimista. Desde entonces mantuve la esperanza de que lograría mejorar su estado de salud pero sé que desde entonces él ya estaba listo para despedirse.
Ni él ni yo creemos mucho en la leyenda de que la gente se va al cielo, pero allí lo veo, divirtiéndose mientras hace piruetas atrevidas.
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