'Espacio Laical' en su nueva etapa
Santa Clara/A finales de 2014 llegó a mis manos el primer número de Espacio Laical tras la salida de Roberto Veiga y Lenier González. Su nuevo editor es ahora Jorge Domingo Cuadriello y el asistente editorial Manuel Rodríguez Valdés. Gustavo Andújar, que continúa en la dirección, daba entonces a conocer la nueva línea editorial de la revista a través de la nota Una Presentación Necesaria.
"Esta publicación seguirá siendo no solo una revista, sino un espacio para promover el intercambio y el debate sobre ese amplio universo que es el quehacer humano, en lo religioso y lo cultural, entendido en su más amplia acepción, que incluye lo social, económico y político, pero también las artes, la educación, las costumbres, la historia".
La reforma ha sido necesaria, en palabras de su director, porque "la revista asumió, durante los últimos años, un perfil muy centrado en las ciencias sociales y priorizó la publicación de artículos sobre los aspectos sociales, económicos y políticos de la realidad cubana" a costa de dejar fuera toda "una gran variedad de áreas y temas del variopinto universo cultural cubano, y específicamente habanero". La revista "parecía haberse distanciado definitivamente de su enfoque y objetivos iniciales. Ya no solo ofrecía espacio para el debate, sino que participaba ella misma en él, lo que era ajeno a la naturaleza de su proyecto".
Pese a todo este estudiado despliegue verbal de la nota introductoria, o la utilización en portada de El regreso del hijo pródigo de Murillo, si algo podemos asegurarle al señor Andújar es que su revista aún conserva la honrosa categoría de contrarrevolucionaria que en su momento le dió la policía política castrista. La nueva Espacio Laical es ahora muchísimo más efectiva en su intervención en el debate. Y mucho mejor revista, también.
En primer lugar veamos las ganancias. El nuevo editor es ahora un reconocido intelectual de amplísima cultura y sólida obra. La publicación se ha deshecho, al parecer, de toda esa caterva de sosos teoriquillos de la izquierda a la que los anteriores editores casi parecían habérsela cedido. Pero sobre todo, la publicación ya no le publica a aquellos mismos editores, campeones de una oposición leal que de poco les sirvió ante el régimen, para el que la única lealtad aceptable es la total. Por otra parte, toda una pléyade de jóvenes ha conseguido colarse por fin con interesantes estudios o reflexiones sobre las artes plásticas, la fotografía, la danza, la historia de la Hispanidad.
Con el fin de atraer al lector mediante el siempre efectivo recurso de citar lo más polémico, recomiendo entre otros trabajos los siguientes:
¿Debe legalizarse en Cuba la lotería?, del propio editor, en que además de hacernos un poco de historia sobre esta institución cubana, guste o no, se llama a las autoridades a comprender que la lotería está demasiado arraigada en nuestra actualidad como para seguir manteniéndola en la ilegalidad.
El Ídolo y la Víctima, un sustancioso ensayo corto de María Zambrano, rescatado de las páginas de Bohemia (publicado el 28 de junio de 1953), en el cual la relevante pensadora española reflexiona sobre la naturaleza del totalitarismo y los resquicios por entre los cuales aprovecha para implantarse.
La sección de reseñas, por sobre todo las que el editor (también reseñador), le dedica al libro El 71 de Jorge Fornet, pero también a Con mucha melancolías. Poesías de Seboruco. El autor emite criterios interesantes sobre el primero de los libros mencionados, a la vez que demuestra, en el caso del segundo, como algunos de nuestros más reputados intelectuales orgánicos (Alfredo Zaldívar, antologador) se toman con una indolencia y desgano total su labor intelectual. Jorge Domingo Cuadriello ha encontrado con un poco de esfuerzo todo un material con el cual el antologador, con más tiempo y recursos, no ha dado. Lo que tiene que ver con la realidad de que a no pocos intelectuales de provincias lo que en realidad les interesa es armar un libro sobre cualquier cosa, de la más rápida manera posible, para así asegurar ciertos ingresos por uno o dos años.
Diálogo o Monólogo, de Newton Briones Montoto. Otro intento de situar en el justo sitio que merece a Ramón Grau San Martín, junto a Prío el más completo y sincero demócrata de nuestros jefes de Estado en toda la historia de la Isla.
Pero la revista tiene más. Por ejemplo, nos informa de lo sucedido en el mundo cinematográfico cubano en 2013 y que el régimen ha intentado silenciar, como el Goya de Juan de los Muertos o la petición de una Ley de Cine por relevantes creadores. O también nos resume la polémica que generó el artículo que Juventud Rebelde publicó en agosto pasado a la teniente coronel Mayra García Cardentey, polémica que también le ha sido cuidadosamente escondida al público cubano por el régimen castrista.
Finalmente no quiero dejar de mencionar un trabajo que Espacio Laical tomó de Nuova Umanita y que todo el que esté interesado en el papel que debe corresponder a la Iglesia en la política no debe dejar de leer, Conflictos de "laicidad". En La inteligencia laica y la lógica de las cosas uno de los más inteligentes pensadores de la Iglesia, Antonio Mario Baggio, nos da su visión al respecto.
La revista ha ganado en dinamismo pero "sin perder la solidez y el tino", objetivo, como aseguró su director, de quienes ahora la hacen. No nos extrañe que en el tenebroso Departamento 21 las rabietas se hayan multiplicado con este nuevo número de la que es ya una de las mejores revistas cubanas del presente. ¿Ya andarán armando chismes y bretes alrededor de Jorge Domingo Cuadriello? En todo caso camaradas, tengan cuidado, este si es un hueso muy duro para sus dientes.