'Espacio Laical' ofrece un número doble en su última entrega
Santa Clara/En su nueva época la revista trimestral Espacio Laical trata de recuperar su retraso, y por eso presenta en un solo ejemplar dos números. Sin embargo, salvo la presencia de un par de trabajos en la sección "Páginas rescatadas", la nueva entrega no se diferencia en nada de un número corriente. Una valoración sobre la generación de los años cuarenta del pasado siglo que nos dejara Juan José Ramos, y Martí, hombre cristiano, de Emilio Ballagas.
Hay en este número "doble" lo ya habitual en la revista Proyecto del Centro Cultural Padre Félix Varela: Un grupo de intelectuales cubanos que responden a la pregunta de cómo se imaginan a la Cuba de 2025, otro grupo que en un panel discurre por las ramas sobre si el cubano de hoy tiene o no conciencia ciudadana, y hasta se toca la polémica que en los medios digitales trajo la participación de las sociedades civiles cubanas en la VII Cumbre de las Américas.
De todo ello solo me atrevo a pedirle que no deje de leer la breve intervención que la historiadora Berta Álvarez nos legó desde el público cuando en el panel sobre la incivilidad de los cubanos de hoy tuvieron a bien callarse Valdés Paz y Dimitri Prieto.
Fuera de la hojarasca que en toda publicación seriada siempre se encuentra en mayor o menor medida, destaco en segundo lugar las piezas de Malena Balboa Pereira y Ernesto Álvarez Blanco. La primera, estudiosa de la obra y la vida de don José María Chacón y Calvo, nos adentra en los años en que este destacado intelectual republicano estuvo al frente del Ateneo de La Habana y sobre todo en la epopeya de resistencia que libró al frente de esa institución cultural en los primeros años del castrismo, cuando se le ponían los muebles en la calle hasta a la mismísima Academia Cubana de la Lengua, a instancias del capitán de último tren Enrique Núñez Jiménez.
Por su parte, Álvarez Blanco, en su momento primer director del Museo de la Batalla de Ideas, narra con soltura el proceso de nombramiento de don Cosme de la Torriente como primer embajador de Cuba en EE UU, especialmente su determinante labor en la restitución a nuestro país de la soberanía sobre la isla de Pinos.
El plato fuerte de este número resulta ser una de reseña de libros de Jorge Domingo Cuadriello y un artículo del joven teólogo y editor Johan Moya Ramis
El plato fuerte de este número resulta ser una de reseña de libros de Jorge Domingo Cuadriello y un artículo del joven teólogo y editor Johan Moya Ramis. Cuadriello aprovecha un libro de Tato Quiñones sobre la "secta" Abakuá para sacarse del pecho mucho de lo que en Cuba, por populismo y miedo a ser acusado de racismo (y hasta a terminar apuñalado en cualquier aglomeración o esquina mal iluminada), muchos no se atreven a decir. El también editor y jefe de redacción de la revista dice (y este reseñador lo suscribe):
"De acuerdo con los principios éticos de los abacuá, que Tato Quiñones reitera en varias ocasiones, estos deben ser buenos hijos, buenos esposos y buenos padres. Sin embargo, en honor a la verdad, nosotros no hemos encontrado en esas obras literarias ni en los testimonios ni en las entrevistas, a un integrante de esa asociación que ayude a su madre o a su cónyuge a cocinar y a lavar, ni a sus hijos a realizar las tareas escolares. Por el contrario, todos ellos aparecen siempre adscritos al machismo extremo, la violencia, el hecho de sangre y el presidio. Esa es la triste realidad, que incluso el autor (Tato Quiñones) admite sin tapujos..."
Moya Ramis se atreve también a tocar otro tema tabú en nuestra sociedad, y en Ética civil y ética religiosa afrodescendiente: la conciencia que nos falta señala el pésimo resultado que para la convivencia social civilizada trae la proliferación a que asistimos de animales muertos o alimentos abandonados en el espacio público como parte de los sacrificios, ritos, ceremonias y demás "trabajos" propios de la santería. Advierte los problemas de salud y éticos que genera el abandono en plena calle de cuartos traseros de carneros, cabezas de chivos o puercos, y descarta la posibilidad de amparar dichos actos en una supuesta libertad de cultos, porque esta no puede amparar la violación de los derechos de los demás a vivir en un medio saludable y a que no se nos imponga una ética particular, por demás primitiva. Atinadamente advierte:
"... cuando determinado conjunto de prácticas religiosas no respeta ese estamento de la sociedad de convivencia, entonces dichas prácticas son indignas y no deberían tener cabida, ya que la relación de interdependencia se vuelve nociva y subdesarrollada, como bien se evidencia en este caso."
No puedo terminar este recorrido por este número de la que es la más trascendente de las revistas publicada por la Iglesia en toda su historia cubana sin mencionar la entrevista a Rosario Alfonso Parodi, realizadora de Los amagos de Saturno, documental recién estrenado en el que la autora se atreve con uno de los temas más espinosos del proceso revolucionario contra la anterior dictadura de Batista: el llamado caso Marquitos.