Hacia afuera
La cumbre de las Américas terminó ayer y no parece que se vaya a convocar una reunión urgente del parlamento, ni un pleno extraordinario del Comité Central del Partido para analizar las propuestas hechas por Obama. “Un nuevo comienzo con Cuba” dijo el presidente norteamericano en Trinidad y Tobago, pero hoy las reflexiones de Fidel Castro sólo aludían al largo discurso de Daniel Ortega. Los periodistas del Noticiero Nacional no han salido a las calles a recoger las impresiones del pueblo y a mi vecino lo alistaron para la Operación Caguairán, ante una posible invasión del Norte.
Dada la importancia de lo que está ocurriendo, la reunión de rendición de cuentas que se hará hoy en mi edificio debería dedicarse a las nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Sin embargo, el delegado prefiere hablar de los indisciplinados vecinos que botan la basura fuera de los tanques antes que saber nuestra opinión sobre el fin del diferendo. En la escuela de mi hijo, algún profesor le repite que “Obama es como Bush, pero pintado de negro” y las vallas llamándonos a la lucha contra el imperialismo continúan en las calles.
No sé qué pensar ante la diferencia entre lo que se dice hacia el exterior y el cansino sermón que nos administran cada día. Hasta el propio Raúl Castro parece estar dispuesto a hablar con Obama sobre temas que nunca ha querido debatir con nosotros. No puedo evitar cuestionarme, entonces, si todo eso del “ramo de olivo” y de la predisposición a tocar amplios temas, no serán sólo palabras dichas hacia afuera, frases pronunciadas lejos de nuestros oídos.