Dos agendas
Esa dualidad en la que estamos atrapados, entre la versión oficial y la realidad de nuestras calles, marca también las demandas que emergen de esta Isla. La lista de lo que esperamos se divide en dos diferentes agendas, tan disímiles como contrarias. La primera -la que lleva el gobierno- incluye enérgicas declaraciones reclamando la libertad de los cinco espías cubanos presos en los Estados Unidos y tiene, entre sus primeros puntos, la extradición de Posada Carriles, acusado de hacer explotar un avión en pleno vuelo en 1976. El cuaderno oficial dice que no es suficiente con que Obama haya cerrado la cárcel en la base de Guantánamo, pues debe también devolver ese territorio a los cubanos y –obviamente- hay un acápite, resaltado en rojo, para el fin del bloqueo estadounidense.
Otra cosa puede leerse si se abre el inventario de los deseos populares. En las primeras líneas está la pregunta de qué ha sido de aquellas “reformas estructurales” sobre las que tanto se hablaba hace dos años. Una repetida solicitud de quitarle la camisa de fuerza a la iniciativa económica popular, estaría también entre las más visibles. Con el mellado lápiz de la espera, hemos escrito, en varias páginas de esta agenda virtual, la necesidad de acabar con las restricciones para entrar y salir del país, el deseo de asociarnos libremente, de escoger el credo en el que se formarán nuestros hijos o la necesidad de ganar los salarios en la misma moneda en que se vende la mayoría de los productos. Todo eso y más estaría en el estropeado directorio de las aspiraciones ciudadanas, si alguien quisiera hojearlo.
Lo mismo ocurre con el documento oficial -sobre los derechos humanos- que se presenta hoy en el Consejo de Derechos Humanos. Resumen ficcional de lo que tenemos, leyenda en tinte rosa y glosario triunfalista que se aleja –años luz- de lo que vivimos. Obra de diestros literatos, debe leerse así, como un texto novelado de ciertos autores que evitan escribir la bitácora, real, del naufragio.