Apología de la “araña”
La falta de medios de transporte no nos reduce a la inmovilidad, sino que redunda en más tiempo y creatividad para lograr ponernos en marcha. De ahí que La Habana esté llena de autos remendados que no superarían una concienzuda inspección técnica y que en las provincias la tracción animal haya vuelto a ser el vehículo más extendido.
En mi viaje a Pinar del Río hice una pequeña serie fotográfica sobre las llamadas “arañas”. Carretones de dos ruedas, a medio camino entre el currus romano y la rústica carreta. Sin esos alternativos artefactos sería imposible la movilidad y el comercio entre muchas pequeñas localidades de Cuba. Hay cientos de “especies” de estos arácnidos surcando los caminos y las carreteras, llevando los más disímiles –y muchas veces ilegales– productos. Con ruedas de viejos camiones soviéticos, decoradas con colores llamativos o cubiertas de precarios techos contra la lluvia y el sol, todas son fruto de la necesidad y del atrevimiento. Expresan el desespero de una población que no puede adquirir vehículos en ningún concesionario, pero que aún así se niega a detener su marcha.