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Democracia de Chevrolet

Yoani Sánchez

11 de julio 2008 - 21:56

 

Sesiona por estos días una nueva reunión de la Asamblea Nacional. Sin embargo, lo que pasa en el interior del Palacio de las Convenciones no genera muchas expectativas entre los cubanos. Ni siquiera la confesión oficial del bajo nivel de los profesores de la enseñanza media y primaria logra que nos sintamos representados. Desde hace años los padres nos hemos quejado  -sin ningún resultado- del desastre educativo generado por la presencia de jóvenes, sin mucha preparación, al frente de las aulas. Sólo ahora, las comisiones parlamentarias lo reconocen.

Bajo ese mismo efecto de cámara lenta nos llegan promesas de materiales de construcción, de licencias a todos los que quieran usar su auto como taxi y de más productos, en el mercado racionado, para los recién nacidos. Todos estos anuncios los hemos acogido como el hambriento al que se le ofrece, solamente, un vaso de agua. Pero aclaro que no nos sentimos decepcionados, no esperábamos demasiado de este  parlamento que hoy se reúne.

Quizás si la Asamblea Nacional sesionara en el interior de uno de esos chevrolet que circula por las calles habaneras se atrevería a exigir lo que realmente queremos. Sólo en los vetustos asientos, amparados por el anonimato y protegidos por la velocidad, logramos exteriorizar lo que no nos gusta. Créanme que lo dicho en esas viejas latas rodantes no se queda en las críticas a la imposibilidad de comprar arena o cabillas, ni en los pedidos de más tela para hacer pañales. En medio del traqueteo de los motores de petróleo y de las puertas  chirriantes, ocurre otra sesión parlamentaria: más pequeña, con menos poder, pero –indiscutiblemente- más auténtica.

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