Una hebra menos en el tapiz social

Espacio Laical
Espacio Laical
Yoani Sánchez

12 de junio 2014 - 10:00

La Habana/En un país donde hay tan pocos espacios para el debate, la pérdida de cualquiera de estos pasa a ser tragedia. La salida de Roberto Veiga y Lenier González de la revista Espacio Laical, nos deja aún más huérfanos de discusiones. Su trabajo se caracterizó por abordar temas polémicos y difíciles, en las páginas de una publicación que en los últimos años se convirtió en referencia obligada. De talante respetuoso, preocupación real por la nación y capacidad para polemizar, estos editores abrieron una brecha de reflexión que sus lectores tememos se pierda a partir de ahora.

Las diferencias en las ideas no deben llevarnos al enfrentamiento personal. Lección que debería aprender más de uno que toma las contradicciones ideológicas como pretexto para canalizar sus bajas pasiones. De manera que, a pesar de mis puntos de diferencia con muchas de las ideas de Veiga y González, especialmente con su categoría de “oposición leal”, siempre los he respetado y considerado de gran valía su trabajo. La existencia pública de sus voces mejoró la calidad de las discusiones dentro de la Isla, atizando los puntos de vista diferentes –lo cual siempre es bueno- y haciendo coincidir tendencias política que parecían discurrir por caminos contrarios. Lamento que nunca hayan aceptado concurrir también a espacios de debate, no oficiales, en territorio nacional. Espero que ahora “liberados” de sus cargos, podamos intercambiar ideas fuera de la protección de la Cátedra Félix Varela.

Cuba sale perdiendo y no me imagino quién gana con este despido. ¿El próximo arzobispo de La Habana? ¿Es acaso la Iglesia tan veleidosa? Un día nos arrebataron la revista Vitral, para convertirla en una sombra de la luz multicolor que en su tiempo fue. Ahora, parece que ocurrirá lo mismo con Espacio Laical. No me convencen las declaraciones de su actual director asegurando que el trabajo de la revista continuará. Creo profundamente en el sello que cada ser humano le imprime a una obra, y en el caso de esta publicación quedaba claro que Veiga y González eran sus principales inspiradores.

Al destartalado tapiz de nuestra sociedad civil, acaban de arrancarle otra hebra.

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