El fin de la historia y el último cubano
Durante tres días el periódico Granma –en sus dos páginas centrales- nos inundó con todos los aniversarios que en este 2008 ostentan un número cerrado. Junto a los 155 años del natalicio de José Martí, se podía leer el 125 aniversario de la muerte de Karl Marx y el medio siglo del secuestro de Fangio a manos del Movimiento 26 de julio. El acto de reunir esos datos y presentarlos como un compendio para sucesivas conmemoraciones y actos de recordación, me ha hecho reflexionar sobre la relación de los cubanos con el pasado; en el excesivo peso del ayer en nuestras vidas.
Todas esas referencias a lo que fue y debemos evocar, contrastan con el poco tiempo que dedicamos a hablar del futuro. Las nutridas efemérides nos recuerdan que hoy –hace ya varios años- algo ocurrió o alguien murió. La mayoría de estos hechos datan de cuarenta, cincuenta o cien años atrás, mientras que un vacío de sucesos cubre los períodos más cercanos. Los que tenemos menos de cuarenta años no hemos sido protagonistas de casi nada, sino meros espectadores de las glorias de otros. Pasivos consumidores del engordado repertorio de fechas pasadas.
Temo que esa tendencia a la “arqueología” histórica está llenando el tiempo que tenemos para debatir sobre el día de hoy. Quiero sacudirme tanto aniversario y tanta fecha acuñada. Propongo que el presente no sea más el escenario para recapitular sobre lo que ocurrió y que se convierta –como debe ser- en el trampolín para lanzarnos al “mañana”.