Fontaneros e informáticos
Todo estaba planificado desde hacía semanas. Escaparíamos lejos de la ciudad, desarmaríamos nuestros teléfonos móviles para que la Seguridad del Estado no nos localizara y tendríamos nuestro primer descanso en cinco años. Ya a punto de salir hacia nuestras vacaciones de dos días, una tubería dentro de la pared se rompió y comenzó a caerle agua a la vecina de los bajos. “Mala señal”, le dije a Reinaldo. Reparamos el inoportuno salidero y estuvimos listos para pasarnos 48 horas lejos de cualquier teclado, pantalla o mouse. Salimos corriendo, no fuera a ser que ocurriera otro imprevisto… Pero las malas noticias tienen una forma de llegar a uno que pareciera telepática, en paralelo incluso a los caminos tecnológicos. Cuando llevábamos apenas una jornada de “descompresión” del stress cotidiano, supimos que todo el portal Desdecuba.com estaba fuera de servicio. En ese caso no servían de nada nuestras habilidades como fontaneros, pues reparar un servidor dista mucho de remediar una gotera.
Regresamos a la ciudad con la culpa de que nuestra ausencia había sido aprovechada por algún inquieto hacker para hacernos algo así. Lo más angustioso en estos casos es la sensación de que con una conexión a Internet medianamente eficiente yo misma podría arreglar la situación en poco tiempo. La realidad contrasta con todas esas teorías de la conspiración que le adjudican a esta bitácora tantos vínculos “poderosos” y “sofisticados”. A la hora que se presenta un problema técnico simple, queda en evidencia la rusticidad y el desvalimiento de este empeño personal. Lo que nunca tienen en cuenta estos “analistas del complot” es la solidaridad ciudadana que se pone a prueba en casos así. Ese es –sin dudas- mi capital más preciado y la más efectiva ayuda que recibo.
María la traductora de inglés llamó a Karen, su amiga informática y yo envié vía email los pasos de lo que creía podría ser la solución. ¡Vaya complicación! Como si no fuera más fácil –desde el principio- tener alojado mi blog en un servidor nacional y contar con una conexión a Internet doméstica que me permitiera repararlo. Pero no. La vida de los cubanos siempre tiene que ser más complicada. Un portal con opiniones diferentes a las de los medios oficiales jamás podría contar con una URL “.cu” y mis añoradas vacaciones deberán esperar por un mejor momento.
Lo cierto es que GY ha vuelto a la vida gracias al trabajo de muchos pequeños ciudadanos como yo. No fue tan fácil como la tubería rota, pero puso a prueba el ingenio y la amistad de muchos. ¡Gracias!